Por mi isla bella

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Andan Cuba y el mundo por el noveno mes del año. Las noticias vuelan. Unos azuzan el recrudecimiento de una política hostil hacia la mayor de las Antillas. Otros, los más, por suerte, abogan porque se nos deje vivir en paz. El odio anda suelto. Los sentimientos se nublan. El planeta sufre. El Amazona  arde y llora.

En Cuba prosigue septiembre con el desafío de no perder el tino. La realidad puede asustar pero dicha de manera diáfana,más que alerta constituye un llamado a no perder la calma y sí a multiplicar esfuerzos, solidaridad, ahorro…

Corren tiempos difíciles, esos que algunos tildan de segundo período especial, esos que son como tensar más la cuerda, apretar más la rosca, o dicho más claro, una manera nunca desestimada por el gobierno estadounidense de poner a Cuba contra la pared.

La especialidad de este período está en la voluntad de todos los que deciden por el bien. Está en la solidaridad necesaria para sobrepasar los obstáculos que entorpecen el curso del día. Está hasta en no perder el humor, y en eso los cubanos somos abanderados, al cultivar el chiste hasta de nuestros propios infortunios.

Mientras unos saborean lo que hoy molesta a mi isla bella. Mientras aplauden cada medida que intenta asfixiar a los nacidos en esta tierra, por acá, insistimos en seguir haciendo aminos. Incitamos a lo más noble y puro de cada quien, para emprender cada jornada con la certeza de hacerla la más óptima.

Quizás algunos no lo entienden y nos tilden de ilusos o conformistas. Quizás habrá hasta quien nos llame locos porque a pesar de los pesares insistimos en echar raíces aquí o sencillamente decidimos acá nuestro destino.

Quizás muchos se extrañan  que no perdamos la esperanza ni la motivación de cantar a la vida y es que no tenemos “tarjeteada” la derrota, (como decimos a lo cubano).

Por eso pienso, que  si apareciera la pregunta entonces de por qué cantamos, traería al instante los versos de Benedetti:

Cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota

cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta

cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.

 

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