Partido Revolucionario Cubano: un acto de democracia

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La obra del apóstol certifica la necesidad humana de asociarse. Así lo fijó para todos los tiempos en el artículo primero de las Bases: El Partido Revolucionario Cubano se constituye para lograr, con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de la Isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico.

Maestro en el oficio humano de la palabra, la alusión a la independencia absoluta deja sin asideros posibles a los anexionistas y autonomistas de entonces. Con la misma modestia con que asumió el encargo de las emigraciones cubanas y puertorriqueñas de ser el Delgado, José Martí reconoció en la proclamación del Partido Revolucionario Cubano hace 130 años que la organización es de espontáneo nacimiento, la grande obra pública.

El Partido Revolucionario Cubano se proclamó aquel 10 de abril de 1892 con la más pura y cristalina esperanza de las revoluciones, juntando lo disperso y curando las heridas de un pasado difícil, tantas veces brumoso, pero igualmente heroico. El artículo Cuba es esta publicado en Patria, reitera su papel aglutinador y guarda un simbolismo enorme.

El Partido de Martí resulta todavía hoy un capítulo ejemplar de democracia. Él mismo, su inspirador y autor, llegó al cargo de Delegado por el voto del consejo de presidentes y de delegados de los clubes, como bien establecían los estatutos de la organización.

Al caer en combate el domingo 19 de mayo de 1895 en Dos Ríos, la organización quedó sin Delegado hasta el 10 de julio del propio año, cuando fue electo Tomás Estrada Palma. En manos de este hombre, de ciudadanía norteamericana, el proyecto de congregación de Martí comienza a morir.

Unos creen que Estrada Palma careció de visión política. Otros piensan que actuó de mala fe, en correspondencia con los intereses norteamericanos de desmovilizar a los patriotas cubanos. Cuesta trabajo creer que alguien con larga data en menesteres públicos, suscribiera aquella circular del 21 de diciembre de 1898 para disolver al Partido Revolucionario Cubano, titulada Nuestra obra ha terminado porque la Patria está redimida.

Ante la realidad vivida en esta era postmoderna, cobra vigencia la obra martiana de un partido por la independencia absoluta. Aún es tiempo de obrar Con Todos y para el bien de Todos.

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