Las realidades familiares de la Cuba de hoy están marcadas por el acelerado paso del tiempo, la convivencia de varias generaciones en el mismo hogar, una población envejecida y la búsqueda constante de alternativas para un mañana mejor. Y en esa búsqueda y dada las circunstancias actuales se precisa más que nunca de modificaciones en un documento medular como lo es el Código de las familias para así proteger la sociedad cubana del presente y el futuro.
Al decir del Máster en Ciencias Juan Carlos Alfonso Fraga, Vicejefe de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei), el Código vigente data de 1975: “tiene 46 años y solo 1.8 millones aproximadamente más de cubanos que en 1975”.
La mayor de la Antillas presenta no solo un incremento notable del número de habitantes sino también el doble de la población de 60 años, una acentuada disminución de la fecundidad y una estructura, composición y dinámica diferente, relacionada de forma directa con el contexto social, la formación de los hogares y las características de quienes conviven en ellos.
Las familias cubanas son el reflejo de su tiempo y funcionan mediante la unión de personas que comparten un proyecto común y tienen fuertes nexos de dependencia, solidaridad y amor. En esta denominada célula fundamental de la sociedad juegan hoy un rol estratégico los abuelos.
Según estadísticas recientes en el 64% de las familias cubanas está la presencia de un adulto mayor y alrededor de 20 000 niños y niñas viven solos con sus abuelos, a consecuencia de la emigración de los padres, el cumplimiento de misiones u otros trabajos.
Por lo tanto, el nuevo documento establece que los adultos mayores o abuelos son figuras a defender y proteger, refuerza la importancia de las uniones afectivas y los lazos de amor y elimina la idea de que la familia está sustentada solamente en los códigos sanguíneos.
En la Cuba de hoy los datos afirman que mueren más personas de las que nacen, proliferan más abuelos que nietos y se necesita buscar alternativas para velar por esos ancianos que viven solos o que son violentados por sus propios familiares.
El Nuevo Código de la familia no deja ningún tema suelto y mucho menos a esos que peinan canas y acaparan saberes indispensables para las generaciones actuales. El Nuevo Código de la familia es un reflejo de lo que tenemos y también de lo que queremos para proteger la sociedad cubana del presente y el futuro.