Las fake news del 15 de abril de 1961

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La frase fake news fue seleccionada por el diccionario Collins como la Palabra del año 2017. El 15 de abril de 1961, el gobierno de los Estados Unidos ya la había consagrado en el fabuloso bulo difuminado por el mundo entero sobre el ataque contra aeropuertos cubanos aquel día.

Como se sabe, a las 6:00 de la mañana de esa jornada que sería histórica, bombarderos B-26 procedentes de Guatemala, penetraron en el territorio nacional para destruir en tierra en tres puntos distintos a los escasos aparatos de la fuerza aérea revolucionaria. Era el preludio de la invasión mercenaria, meticulosamente preparada por el gobierno de los Estados Unidos.

¿Qué publicó la denominada prensa libre del planeta? ¿Qué le dijeron al mundo los campeones de la libertad, de la democracia, del ejercicio transparente de la información? Pues que se trataba de pilotos cubanos desertores, que antes de escapar habían decidido castigar con metralla a sus propias bases.

El ya fallecido escritor cubano Guillermo Vidal Ortiz aludía en el exergo de una de sus novelas a la mentira infinita del narrador, es decir, la ficción en el arte escriturario. Faltó talento narrativo en las agencias del imperialismo para documentar la paparrucha del 15 de abril de 1961.

No debe olvidarse que el gobierno de los Estados Unidos había tomado sus previsiones para evitar que un acto de suma gravedad para las relaciones internacionales, fuera a dilucidarse en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Incluso, tenían la información de que el canciller cubano, Raúl Roa García, estaba indispuesto de salud. Y el XV Período de Sesiones de la Asamblea General solamente tenía un punto en el orden del día: la situación de la República del Congo.

Por cierto, en el Foreign Relations of the United States (FRUS), Volume XXII, Congo, 1960-1968, el Departamento de Estado reconoció en 2014 la implicación del gobierno de los Estados Unidos en el derrocamiento y en el asesinato de Patricio Lumumba el 17 de enero de 1961, es decir, solamente tres meses antes de la sesión.

Aquel polemista infinito, el Canciller de la Dignidad, rompió el protocolo, la agenda, las reglas formulares, dejó en ridículo al representante norteamericano Adlai Stevenson, y demostró la responsabilidad de la Administración Norteamericana en la invasión a punto de comenzar.

El embajador yanqui en la ONU, como argumento probatorio de la inocencia de su gobierno, mostró la foto de un presunto avión de la fuerza aérea revolucionaria, en la que habría escapado un piloto cubano, de quien no se precisaban ni nombre ni detalles decían los reportes de la prensa librepara evitar represalias contra su familia en Cuba. El señor Adlai Stevenson remarcaba una y otra vez en las insignias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), claramente visibles en la imagen.

Y ahí estaba otra arista del ataque. El gobierno de los Estados Unidos diseñó una auténtica operación de falsa bandera. De esa forma, incurrió en un gravísimo delito, condenado por las leyes internacionales, al utilizar los emblemas de las FAR en los aparatos mercenarios.

La Convención de La Haya de 1907, por ejemplo, si bien considera lícitos los ardides militares en el campo de batalla, condena el uso de insignias del adversario. Los norteamericanos ejecutaron sin mucha ceremonia a decenas de militares alemanes que durante la ofensiva contra los aliados en las Ardenas en diciembre de 1944, se disfrazaron con uniformes del ejército de los Estados Unidos como parte de la Operación Greif, y crearon un caos en las líneas del frente oeste de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

Las fake news del 15 de abril de 1961 parecen replicarse en nuestros días en la guerra simbólica contra Cuba. Ningún país del globo enfrenta, no solamente el cerco más grande y abominable para rendirlo por hambre y enfermedades, sino también el más gigantesco linchamiento mediático del que se tengan noticias. La respuesta estaría en el evangelio patriótico de la nación. En Martí aparece el reclamo, aún vigente, de pararle los pies al Gigante y ganar a pensamiento la guerra mayor que se nos hace.

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