Por una rejilla de mi ventana favorita diviso a diario las acciones de Maikol. Es un niño de películas,con un comportamiento poco habitual para su edad. Sobresale su personalidad madura, buena conducta, educación y el espíritu colaborador.
Para él no fue la mejor de las noticias la medida de suspender las clases por la existencia de la pandemia en Cuba. Por su deseo ambicioso de aprender desde ese día su rutina es tomar libreta y lápiz, encender la televisión y absorber los nuevos contenidos a través de las actividades docentes televisivas.
Luego se apega a una mesa y realiza todos los ejercicios indicados por esos maestros sustitutos que lo mantienen al día en materia docente.
Entregar cariño a sus seres queridos, observar con curiosidad lo novedoso de la naturaleza e innovar con materiales caseros son otras de sus sanas prácticas.
Mientras la mayoría de los infantes apuestan por los videojuegos Maikol encuentra un mundo apasionado en el juego ciencia, ese que comparte cada tarde junto a su primo Marlon, siempre con la asesoría de su abuelo que lo incita a ser tan avezado como José Raúl Capablanca, Leinier Domínguez, Lázaro Buzón y otros grandes del ajedrez en Cuba.
En la actual etapa de contagio por la Covid 19 lo más difícil para el pequeño no es estar en casa, sino cohibirse de las conversaciones y los juegos con sus compañeros de clase, de las visitas a la biblioteca y de recibir las lecciones de sus profesores.
Hoy además sueña con esa posible cura que encontró el doctor del brujito de Gulubú y que propició el bienestar de los niños y de la comunidad de aquella popular canción infantil. Por eso aplaude junto a su familia a las nueve de la noche para reconocer al ejército de batas blancas.
Maikol es un niño, pero adelantado a su edad, es responsable y a la vez soñador, es amigable y a la vez serio, es de esos tantos pioneritos lajeros que comprende la importancia de Quedarse en casa y de cumplir con sus obligaciones para retornar a esa etapa de alegrías, donde juntemos las manos y nos demostremos amor. Maikol es un niño perfecto en tiempos de coronavirus, uno de los que da gusto observar desde cualquier ángulo de la ventana de la cocina de mi segunda casa: La emisora Radio Camoa.