En todas las referencias al uso, Mayabeque aparece como la provincia más joven de Cuba, la de menor cantidad de habitantes, y la segunda con menos extensión geográfica. Por lo visto, aquella sesión histórica de la Asamblea Nacional del Poder Popular, estableció definitivamente límites bastante movedizos de municipios y regiones a lo largo de los años.
La nueva estructura aún debe de sortear más de un inconveniente de lo cotidiano y la complicada vecindad de la capital del país, con la cual estuvo unida durante un lapso demasiado extenso de la historia. Pero el mayor desafío transita por la identidad del territorio, por el alma de su pueblo.
Lo primero fue encontrar el nombre. Mayabeque devino consenso y no un criterio unánime. ¿Cómo encontrar, entonces, un signo reunidor? En esa tarea, muchos repararon en el río homónimo que nace en las estribaciones de las Escaleras de Jaruco, que atraviesa vastas zonas, bastante familiar y cercano para unos pero no para otros. El gentilicio tampoco fue un juicio uniforme. Aunque mayabequino estuvo en el ejercicio iniciático, mayabequense ya parece la seña más distendida y aceptada.
Por estas tierras, estuvo el sitio primero, aún por precisar, de San Cristóbal de La Habana. Al asumir el 16 de noviembre de 1519 como su fecha de fundación, la capital del país dejó en la prehistoria el enigma de aquel punto al sur. En la empresa de hacerse un contenido propio, Mayabeque debiera encarar ese tema-problema de la historiografía cubana.
El entramado transdisciplinario expone propuestas expeditas en la colosal obra identitaria. El polo científico de la provincia, conectado con el panorama agropecuario, teje una hermosa urdimbre de pensamiento con un mundo deslumbrante de tonadas, de controversias, y del punto cubano. Y el club beisbolero el pasatiempo nacional, fuente de otredad y de patriotismose anunció por mucho tiempo desde el legado vaquero, a pesar de la tradición industrialista.
Doce años es un ciclo demasiado breve en términos históricos. La hora actual nos fija a necesidades materiales muy perentorias, a la dura coyuntura de precariedades y hasta de retrocesos de valores, en el peor escenario posible. Pero la fundación de Mayabeque no se circunscribe al 9 de enero de 2011. Se me ocurre un capítulo inacabable, que pasa por la capacidad creadora de su gente.