Aunque el bloqueo económico comercial y financiero de los EE.UU contra Cuba es una política fracasada en su objetivo final, resulta innegable el impacto de ese engendro genocida en el sector agropecuario, (como en toda la sociedad), por las incontables afectaciones que genera con evidente efecto.
Como se sabe no queda un área que no sufra el desastroso bloqueo con toda su potencialidad, tratando de humillar y derrotar la independencia y la soberanía que este pueblo se ha propuesto. Por tanto la agricultura no ha sido una excepción.
Desde el inicio la Revolución tuvo en cuenta la transformación en el campo cumpliendo el programa del Moncada, que se propuso dar al campesino sus legítimos derechos. Po esa razón desde la Sierra Maestra la Reforma Agraria los hizo por primera vez dueños de la tierra y al triunfar eliminó el latifundio.
Esa medida revolucionaria afectó los intereses norteamericanos. Cuba se convierte en un peligro para la tradicional hegemonía imperial y una de las causas que impulsan la determinación de bloquear la economía cubana.
De esa forma tratan de inmovilizar el desarrollo y provocar tan devastadora situación interna que los cubanos se verían obligados a arrodillarse ante el amo del norte que esperaba con los brazos abiertos la caída de la ansiada “fruta madura”.
Por eso, desde que Cuba muestra su interés por un sistema económico distinto se desata una serie de restricciones como la rebaja de cuota azucarera, – primer renglón de la economía cubana, el apoyo financiero al desarrollo en los países de la región excluyendo a Cuba y la amenaza a naciones vecinas con el cese de la ayuda a quienes colaboraren con la isla caribeña.
Lo demás es conocido en el mundo junto a la tozudez imperial derrotada cada año en la ONU por la mayoría abrumadora de las naciones.
Entre las consecuencias para la agricultura cubana baste decir, que solo entre abril de 2018 y marzo de 2019 el bloqueo dejó pérdidas a la agricultura por 345 millones de dólares. Además Cuba no puede exportar productos ni implementos agrícolas a EE. UU ni importar insumos para la agricultura.
Por otra parte, con estrategias injerencistas el gobierno de los EEUU trata de crear entre el campesinado una ruptura con el gobierno cubano, en busca de subvertir de alguna forma el orden y la autoridad de la nación.
Esa realidad impide la adquisición de cuanto sea necesario en el sector agrícola y limita el desarrollo y los resultados en la economía nacional. A la vez afecta a las familias campesinas ante la imposibilidad de alcanzar cosechas abundantes con la calidad adecuada en el tiempo prudente.
Súmese a todo eso limitaciones para adquirir semillas certificadas en el mercado externo so pena de que las empresas del exterior sean multadas por las transacciones con Cuba.
La adquisición de tecnologías como sistemas de riego, fertilizantes, intercambio de conocimientos y créditos bancarios se ven amenazados en países y entidades extranjeras con sanciones millonarias.
No obstante el campesinado cubano busca las alternativas para producir alimentos, sorteando esas trabas y haciendo reverdecer la agricultura a pesar de todo; y claro, habrá fruta madura, pero no la que esperan en el norte.
Las frutas maduras de nuestros campos caerán en las manos del campesino que sabe cultivarlas y en las del pueblo trabajador que las merece y las espera.