El líder sudafricano Nelson Mandela afirmó: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. En esa formación integral de cada ser humano influye invariablemente la familia y la escuela, una relación bilateral que aporta considerablemente al desarrollo cognoscitivo y social de niños y niñas.
Muchas de las familias actuales consideran que la educación de los hijos solo lesconcierne a los maestros. Con este criterio niegan la frase de nuestro ilustre pensador y filósofo cubano José De La Luz y Caballero quien escribió: “La educación comienza en la cuna y no termina sino con la muerte”.
La formación, el aprendizaje, las primeras palabras, hábitos y costumbres se enseñandesde que el bebé llega al mundo y esa iniciación tiene lugar en el seno de la familia, designada como el eslabón fundamental de la sociedad.
Posteriormente, llegará la edad escolar donde los docentes también enfatizan en la educación de sus alumnos. El maestro instruye y educa a partir de sus propios conocimientos y del ejemplo. Los de la edad de oro, como los nombró José Martí se convierten en una esponja que capta todo lo que ve, es por eso que tanto los padres como educadores deben ser un buen patrón.
En cambio, también hay maestros que piensan que su conducta no es decisiva en la formación de las nuevas generaciones. Y ese es otro error. Los estudiantes suelen imitar a su profesor o profesora. Ellos se convierten en su paradigma.
Por tal motivo, padres y maestros no debieran divorciarse. Uno complementa al otro y entre los dos logramos hombres y mujeres de bien para la sociedad que construimos.
Es importante repensar cuánto se afecta la personalidad de nuestros niños, adolescentes y jóvenes si falla una de estas dos figuras. Nuestros hijos permanecen mucho tiempo en la escuela, cerca de sus profesores y es importante que la formación de valores deje de ser una asignatura pendiente para convertirse en una materia obligatoria.
Vivimos tiempos convulsos y con precariedad material; pero son inadmisibles las carencias humanas: la falta de gentileza, sensibilidad, compañerismo y de educación. Las palabras mágicas aún abren puertas. Y le corresponde a la familia y a la escuela trabajar en conjunto. Estrechar lazos. Fomentar conductas, sentimientos y valores morales que nos permitan vivir en armonía.