Juan Formell: La leyenda

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Las notas al uso, analógicas y digitales, afirman que Juan Formell nació en La Habana el dos de agosto de mil 942. Para más exactitud, se le dispensan homenajes por el Parque de Trillo, en Centro Habana, donde la célebre pieza de Rosendo Ruiz, La Chaúcha, recuerda la muerte de Pato macho a manos de la policía. Es decir, que el oído del talento supo aguzarse desde una edad bien temprana a la vera de historias reales que se cantan y se siembran en la memoria colectiva.

Vino al mundo el día de Nuestra Señora de los Ángeles, y bien que bromeó con eso de no ser propiamente un ángel, de ser lo suficientemente valeroso para asumir faltas y pecados como todo ser mortal. Sería, eso sí, un ángel de un tipo diferente, el de la creación que sabe, puede y quiere conferirle alegría a los suyos; un cubano ajustado con exactitud al código cultural de su tierra.

Juan Formell fue muy atento al asunto desde el complicado entramado del repertorio. Alguna vez ejemplificó con el conocido tema de Alina Torres, El Carnicero, popularizado por Los Van Van. En Estados Unidos –decía—ni siquiera existe la figura del carnicero. Allí se vende la carne ya debidamente clasificada y pesada. En Cuba –reiteraba—el personaje implicaba otra historia, conectado con la dinámica callejera, la del barrio, donde ciertamente comienza la Patria; por ello,  Juan Formell concibió la obra grande con la cual se le recuerda y se le honra.

Convirtió cada experiencia en ensayo, para que la obra auténtica cristalizara en los fabulosos Van Van. Y aquella banda fundada en diciembre de 1969 (“y de que van, van”, la consigna que se transpuso en nombre de la orquesta), se fue atemperando en cada instante del universo musical de Cuba, sin perder jamás el sello anunciador a pesar de los cambios.

Pocas veces se conoció en la historia un timbre que cambiara tanto, y que esencialmente fuera el mismo a la vez. Por ahí también estaría el encanto de ese Juan Formell, obsesionado siempre con la idea de renovar, pero sin que se perdiera la raíz.

Y fue igualmente el genio de las concurrencias. En Los Van Van ponderó otros virtuosismos y otra llave impresionante de concepción, como fue el caso del maestro César Pedroso (Pupy), y conferirle un sitio protagónico al hecho percutido (tan preterido en otros tiempos), en el trabajo de José Luis Quintana, Changuito.

Y así apareció el songo como variante del son cubano, que tal vez sería un intergénero aún expedito para la disquisición musicológica. Juan Formell representa un espectro especialmente amplio como compositor, arreglista, bajista, director, cantante, productor discográfico. Supone en sí mismo un tema casi infinito para el estudio culturológico en Cuba.

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