¿Qué importancia tiene Cuba para la academia de la comunicación? ¿Qué retos tiene el país en esta materia? Sobre comunicación apegada al pensamiento crítico latinoamericano, Cubadebate conversa en exclusiva con Hilda Saladrigas.
— Los organizadores del ICOM han anunciado que esta promete ser la más grande e importante de las ediciones de este congreso ¿Qué elementos del contexto nacional e internacional refuerzan su relevancia?
—El mundo de hoy no es el mismo de los años 90. América Latina tampoco es igual. Han pasado más de 15 años en los que en los campos de haceres y pensares de la comunicación y el periodismo se han producido cambios muy importantes desde el punto de vista tecnológico, cultural, político y económico. Cuba no ha estado al margen de la centralidad que ha ido ganando el proceso de la comunicación social, lo cual se evidencia en que, en 1999, por ejemplo, se crea en el país la carrera de Comunicación Social, Periodismo enriquece su plan de estudio, y Ciencias de la Información cambia el título de su profesión, así como sus perfiles, fines y metas.
“Cada vez más se dinamizan los oficios y las profesiones en los campos de la comunicación, por la propia manera que tiene la tecnología de incidir en la sociedad, en su cultura, economía y en las decisiones políticas. Han aparecido nuevos oficios que ya son casi profesiones, otros han perdido capacidad de respuesta, y por lo tanto nuestros tres campos están atravesados por todo eso. Si antes hablábamos de un periodismo tradicional hoy hablamos de redacciones integradas, estamos frente a una comunicación institucional que trasciende incluso la empresa, pues las instituciones están aplicando cada vez más la tecnología en busca de transparencia y facilidad en la vida del ciudadano.
“Además, en el contexto actual indiscutiblemente están incidiendo nuevas condiciones socioculturales y políticas en América Latina y en el mundo, que hacen que ante la situación mediática se busquen respuestas legales como la construcción de políticas públicas hacia personas que cada vez están más en desventaja de acceso a la información, o a una pertinente información.
“Esto es un proceso que se está dando y que amplía la complejidad de la esfera pública.Nos debatimos hoy en la necesidad de buscar políticas de comunicación, hilvanar aquellas que sean deficientes, precarias o insuficientes, con una visión más integradora del fenómeno comunicativo. Muchas de las políticas de comunicación que se han venido trabajando no son globales, no abarcan la totalidad de los fenómenos. Por ejemplo, la Ley de medios en Argentina está concentrada en los medios de comunicación, pero no le dice nada a la comunicación institucional, y esa es la que está subvencionando y pagando la publicidad. Está bien que se emita, pero como ley es limitada. Para nuestro gusto, la ley que está tratando de abarcar la verdadera complejidad del fenómeno comunicativo social en todos sus espacios es la ley ecuatoriana, que sí contempla todos los ejes: el mediático, institucional y el comunitario.
“ICOM llega además en un escenario en que, en el plano educativo, se está demandando una formación más transdisciplinar. En América Latina ha habido una explosión de las escuelas de comunicadores sociales, porque hay un mercado laboral que los está demandando y donde hay una liberalización extraordinaria de la fuerza de trabajo. Ante esa demanda, vamos a formar comunicadores, y hay una formación instrumental que no ha satisfecho plenamente la formación, porque todavía hoy el reto que plantea la UNESCOes que esta tenga garantice un saber hacer responsable y comprometido. Por eso nos encontramos con Jesús Martín Barbero diciendo que hay saberes desechables o que hay una academia enclaustrada en su torre de marfil, que no dialoga con la sociedad.
“Tanto en el mundo, como en Cuba, los contextos socio- histórico- políticos y tecnológicos han cambiado y al dinamizarse han ido poniendo en el centro de la mirada de todos (políticos, economistas, antropólogos, estudiosos en general) el tema de la comunicación.
“El ICOM de 1996 me atrevo a decir que era muy de La Habana, pero hoy no, por la extensión que ha tenido la formación en comunicación social en todo el país, estamos asistiendo a un ICOM que está reproduciendo Cuba a escala nacional. Llegamos a un ICOM que ha ido ganando madurez, que tuvo un antecedente en 2013 y en 2009 con una realización en Cuba de un congreso de FELAFACS, y que de alguna manera nos expande al mundo iberoamericano”.
—¿Por qué elegir como tema “información y comunicación desde el Sur: economía, cultura y pensamiento crítico”?
—Dos años después de la convocatoria se hace incluso más necesario el tema, porque antes no teníamos un mapa geopolítico en América Latina como el que tenemos hoy. Contamos con un Brasil completamente convencido en sus desempeños, Brasil es para nosotros en comunicación una de las áreas que mayor aportaciones tiene, en lo mediático, en lo institucional, en lo comunitario, el periodismo, las relaciones públicas, la publicidad…Es Brasil un país importante en el pensamiento en teoría de la comunicación, en esa postura de llevar una vanguardia en la que le siguen Argentina, Colombia, México, para no hablarte de Estados Unidos que es un gran pilar, pero con otra concepción más mediocentrista, mucho más politizada e industrial, y con una formación muy pragmática, no tan crítica como la que está haciendo América Latina. Convive hoy también una Europa que se mueve entre la crítica y la apología del sistema capitalista, pero que también está haciendo nichos en el sistema comunicativo. ¿Por qué apostamos nosotros?
“Por potenciar una mirada crítica hacia esa comunicación, porque el sur está dando fuertes síntomas de cambio en posturas y paradigmas socioeconómicos, políticos y culturales. Después de 2014 hay un hervidero de políticas de comunicación: Nicaragua, Honduras, República Dominicana, El Salvador, Ecuador, Venezuela, Argentina. Hoy en América Latina la situación es compleja, porque hemos vuelto a ver cómo el poder mediático igualmente frena procesos, hoy más que nunca estamos visualizando los medios que luchan por un protagonismo político.
“Desde esa lógica es un Congreso indiscutiblemente muy oportuno, y que tenga esa agenda muestra la preocupación que Cuba tiene sobre estos temas para su beneficio propio como país, pero también para insertarse en el debate latinoamericano”.
—¿Qué relación existe entre ULEPICC e ICOM?
—ULEPICC es una organización que tiene aproximadamente 10 años de creada. Tiene publicaciones, boletines, es joven, pero está consolidándose en la búsqueda de un pensamiento crítico y reflexivo en el campo de la comunicación social. Que ellos aceptaran ser “partners” en este congreso es importante: es la primera vez que ICOM tiene un partner que decide apostar a que en su marco se haga otro congreso, lo que implica que hay un nivel de credibilidad en nosotros, en lo que estamos haciendo.
—Son más de 400 los ponentes que estarán formando parte de ICOM ¿Qué ven en Cuba? ¿Qué podría aportarle Cuba a la academia de la comunicación?
—Cuba tiene cosas que aportar. En el mecanismo de formación, no por el campo en sí mismo, sino por la compresión del hombre que está formando, hay mucho que aportar. Cuba por ejemplo está apostando por la formación de conocimientos sólidos, aquí hay un componente que no es el saber hacer solamente, sino el saber hacer acompañado de un saber pensar. ¿Que nos pueden tildar de que el egresado de comunicación o periodismo piensa mucho?, es verdad, pero es importante, porque nosotros trabajamos con marcos de referencia que los da el saber, el conocimiento, la cultura.
“No podemos decir que Cuba tiene una escuela de comunicación, pero la que estamos leyendo la estamos aplicando bastante bien. Incluso muchos se sorprenden de venir a Cuba y ver lo que estamos investigando. Como país que tiene un campo también incipiente académico hay una trayectoria, una experiencia, una práctica del estudiante que no está formado solamente en la teoría.
“A diferencia de otros países, Cuba investiga desde el pregrado. Para otros, la investigación está solo en el posgrado. Cuba tiene una maestría en Ciencias de la Comunicación, un doctorado en Ciencias de la Comunicación que tiene graduados a más de 60 profesionales de diferentes países. Por tanto, le hemos aportado a América Latina libros de texto, artículos, revistas.
“Cuba tiene otra cosa importante desde mi punto de vista: una articulación muy sólida entre los profesionales en el ejercicio y la academia. No en todas partes del mundo usted encuentra que quien ejerce periodismo vaya a las aulas a compartir sus conocimientos. La práctica no se abre como en Cuba a que los estudiantes los visiten. No es usual en el mundo que los masters de comunicación se hagan desde el mundo profesional, ni los doctores, eso es inédito. Yo creo que hay muchas cosas que mejorar en nuestro desempeño profesional y académico, pero pienso que en Cuba hay un profesional que, ante todo, tiene calidad en su formación, un nivel de compromiso ante lo que está haciendo, y que, además, está luchando porque sea más comprendido su papel y su rol en la sociedad. En otras partes eso no es a veces lo que se encuentra, hay profesionales que trabajan por dinero, se exponen a políticas editoriales pero no lo están haciendo con un compromiso hacia su sociedad”.
—Por primera vez, además de ponentes iberoamericanos, hay un encuentro con universidades estadounidenses para evaluar intereses comunes y áreas de cooperación ¿Cómo puede contribuir el ICOM a estimular esos diálogos?
—Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos no son de ahora. Esta academia se ha relacionado con Estados Unidos de manera sistemática desde hace mucho tiempo, lo que pasa es que han habido algunos picos de discontinuidad. Lo que sí es nuevo es la presencia de ellos en ICOM, pero yo creo que eso responde a una serie de acercamientos que se han venido produciendo en este último año como parte del propio descongelamiento.
“Hay inquietud por saber qué estamos haciendo, y creo que es muy válido. Es muy importante acercarnos, reconocernos, buscar vías de colaboración, porque indiscutiblemente estamos hablando de un país con mucho desarrollo en esta práctica profesional. Es importante ir identificando fortalezas de cada parte, agendas que nos son comunes y que nos permitan hacer proyectos conjuntos de trabajo. En EE.UU radica la ICA (Asociación Internacional de Comunicación, en español), que es la asociación más importante de investigadores que tiene el mundo, que organiza un evento gigantesco que acaba de sesionar en Puerto Rico, que mueve el mayor volumen de producción científica en la Web of Science. Entonces ¿por qué no podemos hacer proyectos de trabajo de conjunto? Creo que es un buen momento para ir trazando estrategias, tendiendo puentes de diálogo para el acercamiento de nuestros países, sobre la base de un respeto a la diferencia”.
—En un contexto de reconfiguraciones en el ecosistema mediático cubano ¿Qué retos tiene el país en materia de comunicación?
—Creo que el mayor reto que tenemos es acabar de tener una documentación clara y precisa que recoja las aspiraciones que tiene el país en este campo. Mientras las cosas no estén definidas claramente, podemos seguir dando margen a la confusión. Si somos capaces como país de establecer una política con carácter democratizador, en la que han participado hacedores y decisores, pues nosotros podemos ponerle dentro de lo que el país necesita y quiere, también un orden.
“Eso lo tienen todos los países, y digamos que Cuba a lo largo de su historia ha tenido marcos no tan regulatorios legales, pero sí normativos de su producción comunicativa en todos sus órdenes. El principal reto es entender qué necesita el país, hay que ver la gama de complejidad que tiene el escenario de hoy y tratar de representarla en las decisiones que se tomen.
“Hoy se están introduciendo nuevos escenarios, nuevos actores y nuevas prácticas. Estamos retomando prácticas como la publicidad, que implica una transacción económica de la que nosotros estuvimos al margen incluso y no desapareció en los últimos años. Habría que también buscar otras discusiones: medios estatales, medios públicos, privados, y en el caso de los privados, hay que tener delineado que detrás de cada acción comunicativa hay una ideología, un sentido y un significado.
“La comunicación no es un elemento tecnológico, ni solamente cultural, tiene un trasfondo económico y político. Habría que ver que está pasando con esos medios privados, cuáles son sus intenciones, y en función de qué están haciendo esa producción comunicativa. ¿En función de una nueva alternatividad a qué? Ahí no podemos confundirnos”.