Su ilimitado afecto se abrevia en la mayor de las joyas: La vida. Él, nos la brinda, convencido de su indispensable rol de consejero, experto, camarada. Sabe revelarse guerrero en memorables querellas. Con su paradigma nos corona y con su caricia sensible corrobora el compromiso de ser ahora y siempre: Un excelente padre.
¿Cómo no retribuir tus lecciones e incluso las reprimendas, tan obligatorias a veces? ¿Cómo no fijar tu ternura cuando forraba los libros, me auxiliabas en las tareas durante el período estudiantil?
El tercer domingo de junio, Día de los Padres, nos concebimos príncipes listos a festejar con nuestro rey. En notable jornada hacemos valer el augurio de abrazarlo más fuerte.
Gracias, papá, por estar siempre presente aunque a veces estuvieras apartado y lejano en los diálogos familiares, por cultivarme que la principal manera de amar es la que se manifiesta cotidianamente con pequeños gestos y besos, con una señal de intranquilidad.
Gracias por el gesto de gratitud profunda y afecto absoluto, por los desvelos cuando enfermaba o las incontables ocasiones que estuviste a mi lado. En el estoicismo del paraíso aparece tu guiño, tu alivio, tu constancia, el orgullo de saber que siempre estarás a mi lado.
El regocijo nos inunda. Le sabemos héroe, el ídolo que con leyendas e historias garantiza felices sueños. Le sabemos mago, porque con su acorde fantástico e imaginario transforma anhelos en realidades. Le sabemos poeta, porque la ternura habita en él como el mejor de los inquilinos.
Sobre nuestra frente vive la gloria de su caricia. Nuestro cuerpo atesora el calor de su abrazo. En la serenidad del cielo asoma su sonrisa, su consuelo, su empeño, el orgullo de saber que no solo el tercer domingo de junio, sino todos los días del año, podrá escuchar la voz dulce que dice: ¡Te quiero mucho, Papá!
El Día de los padres se celebra anualmente en Cuba cada tercer domingo de junio y es una forma de reciprocar el cariño y la dedicación de los hijos por sus progenitores, cuya expresión social va más allá de la reunión familiar y los acostumbrados regalos.
Papá, dicen que un día no basta para agradecer el amor, pero no hay dudas de que el tercer domingo de junio siempre reviste una significación especial.
Y es que entre regalos, celebraciones y risas compartidas no hay excusas para no decirte te quiero, esas sencillas pero gigantes palabras que se escapan a diario en la cotidianidad, en el trajín de la casa o las preocupaciones del trabajo.
Hoy es un día para estar juntos, compartir los sueños futuros, fortalecer la familia con la mejor de las magias, el amor.
No tengo mejor forma de compensarte por tu educación que ser cada día mejor persona, cultivar los valores que me enseñaste, honestidad, sencillez, humildad, para también transmitirlos a mis hijos.
Hoy mi mejor regalo será un abrazo y un te quiero, y es que no hay mejor forma de decirte ¡Felicidades papá!