Eternidad para un legendario independentista

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El 5 de abril de 1895, en Mayarí Arriba, dejó de existir en su puesto de combate, el Mayor General Guillermón Moncada Veranes, ejemplo de valor, honestidad y amor a la Patria, uno de los protagonistas más radiantes de las hazañas cubanas contra el colonialismo español.

Más conocido en la manigua mambisa por su estatura y audacia en las batallas como Guillermón, nació el 25 de junio de 1841 en Santiago de Cuba, en la actual barriada de Los Hoyos.

Fue de los primeros en unirse a las filas insurrectas en 1868, bajo las decisiones del mayor general Donato Mármol y gracias a su coraje fue ascendido a General del Ejército Libertador.

Durante la Tregua Fecunda estuvo presente en todo el plan conspirativo de la época y se alzó en armas en la Guerra Chiquita en 1879, como jefe del centro y el sur de la región oriental, ascendido con el grado de Mayor General por el jefe de la nueva contienda, el General Calixto García.

La delicada enfermedad que padecía, no le frenó  para cumplir con la palabra empeñada, y este santiaguero digno luego de consumar la orden del organizador de la Guerra Necesaria, regresó a la manigua el 24 de febrero de 1895.

Es en esa etapa de lucha que el gigante de estatura y de gloria vuelve de nuevo a  los campos de batalla para ocupar la dirección de las fuerzas independentistas en el sudeste de la provincia de Oriente.

Los restos venerados de Guillermón descansan en el cementerio Santa Ifigenia, de la Ciudad Héroe de la República de Cuba, la que lo vio germinar y coexistir como patriota. A los hombres como él no se llora, se imitan. Se les recuerda eternamente.

 

 

 

 

 

 

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