Estamos en todas partes

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Para la posteridad se ha quedado la anécdota de la abuela del Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, que decía: que no se quitaba la ropa en una habitación donde estuviera encendida la radio, porque le parecía que había alguien dentro. Y es que ciertamente estamos en todas partes, con una presencia permanente, sin límites de espacio ni de tiempo.

Antes se denotaba la fecha del 22 de agosto de 1922 como el inicio de la radio cubana. Luego se dispuso que ese día marcara el comienzo de las primeras transmisiones continuadas. De esa forma se reconoce la posibilidad de experimentos precedentes, exitosos pero sin constituir todavía una programación.

El mérito lo tendría Luis Casas Romero, y resulta una suerte y un orgullo para la familia de la radio cubana contar desde la génesis con un nombre donde concurren el patriotismo y la vocación de compositor.

Más de una vez en estos 98 años, le auguraron la muerte a la radio, y sin embargo, a pesar de contratiempos y de defecciones, aquí prosigue en este siglo veintiuno postmoderno.

Primero la televisión y después las nuevas tecnologías de este proceso civilizatorio informático, parecieron dejarla en un segundo plano. Así y todo no deja de trascender, ahora con nuevos soportes, con otras tareas y otros destinos, sobre todo en la comunidad.

En esta era asombrosamente comunicacional en que la gente vive inmersa online, la radio deviene como alternativa de cálido intercambio real, cuyo origen fue y será siempre el corazón de hombres y de mujeres.

En la necesidad de sabernos y sentirnos seres humanos, cuentan el milagro de la fantasía y la necesidad de congregarnos. En la radio le inventamos un rostro a la voz querible y apostamos a crear y cultivar una familia. Desde la palabra se conciben las transposiciones más hermosas y cobran aliento nuevo la instrucción y la sensibilidad.

Aquí se confirman la utilidad del locutor para acercar, unir y congregar a todos y desde cualquier parte del mundo. Creadores de diferentes especialidades encuentran en la radio el hogar con puertas abiertas para recibir siempre a sus hijos.

Nadie podría desentenderse en cualquier estación del día de esta historia dentro de poco centenaria. En cada jornada se le confiere universalidad y salud renovada a la radio muy al margen del paso de los años. Somos la gran familia que se acopla a pesar de los pesares.

Luego de cumplirse 98 años, de las primeras transmisiones continuadas, la Radio Cubana permanece como el Sonido para ver.

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