Uñas postizas, ropas excesivamente ajustadas, maquillaje exagerado, peinados exuberantes, blusas desmesuradamente escotadas, tacones altos, tatuajes, son ya comunes en niñas y adolescentes. En un círculo infantil, no resultará rara la coreografía donde una pretendida bailarina de 3 o 4 años de edad, ensaya movimientos pélvicos a prueba de energía atómica.
La obsesión por seducir no conoce ya límites de edad. Unos dicen que se queman etapas. Los especialistas hablan de erotización temprana. Y en tanto la demanda crezca, habrá siempre una industria sin reparos ni escrúpulos.
La preocupación cobra forma de estudios de campo, que arrojan resultados interesantes. En ellos se confirma que la erotización excesiva de la imagen femenina en los medios de comunicación, en la publicidad, en la mercadotecnia, puede tener efectos físicos y psicológicos dañinos a las niñas y a las adolescentes.
Los investigadores examinan las propuestas de los medios de comunicación, especialmente la televisión, las películas y las revistas. En esas disquisiciones, se abordan desde mensajes de piezas musicales hasta la silueta de las muñecas.
La erotización basa el valor de una persona, según los expertos, en su sex-appeal. La niña y la adolescente pueden deprimirse, con los consiguientes desarreglos en la alimentación y en el desempeño escolar. La anorexia comienza a aparecer en edades cada vez más tempranas. El peligro es real, la prensa norteamericana informaba recientemente sobre la muerte de dos modelos anoréxicas.
En algunos países se adoptan códigos éticos para las modelos. En la capital española, por ejemplo, las autoridades prohibieron hace un tiempo el desfile de modelos demasiado delgadas y jóvenes.
Las mundializaciones múltiples de la contemporaneidad, difuminan el problema en todas direcciones. Se precisa contrarrestar la erotización temprana y a toda su secuela negativa. Es la hora de globalizar la responsabilidad, sobre todo de la familia.
