El museo Casa Natal de José Martí

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El Museo Casa Natal del Apóstol adquirió ese carácter y nombre formal en 1925, pero aún desde antes y hasta ahora, los cubanos la denominamos la Casita de Martí. Así, sencillamente, como sus versos del alma. De esa forma la conoce y la reconoce la esperanza del mundo, que será la fuente misma de su trascendencia.

Y en el perpetuo intercambio de la niñez con ese monumento del patrimonio emotivo de millones, se reitera una y otra vez la naturaleza límpida y grande del Maestro. Allí concurren la ternura y la nobleza, para confirmar un reclamo que remonta lindes de siglos: “Este hombre de La Edad de Oro fue mi amigo”.

Hasta ese lugar querible llegó el primer desfile a su memoria. Era la obra de Juan Gualberto Gómez. Fue en el año 1899, cuando todo era bruma en el horizonte con la primera intervención norteamericana. El inmueble estaba aún arrendado. La Asociación de Señoras y Caballeros por Martí logró adquirirla, para entregarla a  doña Leonor.

El Museo debe su existencia en buena medida a los esfuerzos de su fundador y primer director: el periodista Arturo de Carricarte. Pero a lo largo de su historia, la Casa Natal de José Martí debió documentarse a sí misma. A cada rato, como esas estrellas fugaces en noches oscuras, reaparece la teoría de que el héroe nació el 28 de enero de 1853 en el hospital de San Carlos de la Cabaña, adonde el artillero Mariano Martí habría conducido a su esposa gestante para que recibiera una mejor atención en el parto.

La hipótesis se consigna en el libro Martí hombre, de Gonzalo de Quesada y Miranda, el hijo del discípulo Gonzalo de Quesada y Aróstegui, secretario del Partido Revolucionario Cubano. Tras la aparición del título en la década de 1940, se conformó una comisión que sometió el asunto a un serio examen. La humilde casa de la calle Paula pasó entonces la dura prueba, y como en las Sagradas Escrituras, nuevamente la palabra pudo salvarla.

Como se sabe, fueron los tabaqueros de Tampa y Cayo Hueso quienes hicieron el primer esfuerzo para recuperar para la historia a la casa natal de José Martí. Doña Leonor Pérez volvió al lugar, y hasta señaló el sitio exacto de la segunda planta donde dio a luz al primogénito. Incluso habló entonces de la taza de caldo que tomó allí. Quienes siguen hablando del nacimiento de José Martí en el hospital de San Carlos de la Cabaña, tuvieron, tienen y tendrán un obstáculo demasiado grande que derribar: nada más, ni nada menos que el testimonio de la madre del Apóstol.

Todavía se habla del expediente militar de don Mariano Martí en Sevilla. Los historiadores cubanos Adys Cupull y Froilán González encontraron en el documento una anotación reveladora: No hay nada, como que alguien lo rastreó buscando información al respecto.

¿Cuál fue el origen de esa teoría? ¿Que don Mariano Martí habría pretendido involucrar a su único hijo varón en el fuero del ejército? Bien, es posible. Ciertamente, siempre quiso que su pequeño Pepe le acompañara en sus tareas como capitán de partido. La disquisición historiográfica no debe detenerse, pero la condición de Casa Natal se argumenta –ante todo—desde la autora de los días del Apóstol, depositaria de aquel juicio hermoso, de profundo calado humano, casi despedida del hijo a la inmortalidad: “No son inútiles la verdad y la ternura”.

 

 

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