EL discurso de Díaz-Canel: claro, directo e imprescindible

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Presidente cubano en IX Congreso de la Uneac. Foto: José Manuel Correa Publicada en Granma
Presidente cubano en IX Congreso de la Uneac. Foto: José Manuel Correa
Publicada en Granma

Concluyó el Noveno Congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC y selló esa trascendental cita el discurso del presidente cubano Miguel Díaz-Canel, a mi juicio genial, aunque pueden sumarse otros calificativos.

Encontré honestidad en sus palabras. Hablar claro da luz. Ser directo muestra seguridad y aunque era el discurso de mi presidente, lo sentí parte, del lado de acá, y cuando eso se percibe, una confía.

Siempre acudo a José Martí, y esta vez, me detuve en una aseveración del más universal de los cubanos: “El lenguaje ha de ser matemático, geométrico, escultórico. La idea ha de encajar exactamente en la frase, tan exactamente que no pueda quitarse nada de la frase sin quitar eso mismo de la idea”.

Y esto sucedió. Palabras exactas. Valoraciones al filo de la realidad. Análisis en mayúsculas con los nombre que calza cada asunto que ha constituido reclamo de los afiliados a la UNEAC, de ahí que fueran los aplausos y ovaciones las más claras evidencias de aprobación.

Comparto igualmente las preocupaciones de quienes sienten que algunas instituciones de la Cultura se han quedado por detrás de los creadores.  Resulta inaceptable que no se comprenda que todas las instituciones culturales existen por y para los creadores y su obra (Exclamaciones y aplausos), no a la inversa, y que el burocratismo y la falta de profesionalidad ahogan la creación.

El discurso resulta además una alerta, no se puede ser indiferente ante la realidad que vive el mundo, ante los peligros que laceran la existencia misma.

Los ingenuos hacen tanto daño como los perversos. No son tiempos de negar ideologías, ni de descontextualizar.  Y nada de esto significa negar la libertad de creación ni hacer concesiones estéticas.  Significa tener sentido del momento histórico, saber que más allá de Cuba el mundo vive horas de mucho riesgo e incertidumbre, donde los poderosos pasan por encima de las leyes internacionales, lanzan guerras al amparo de las llamadas fake news o falsas noticias y destruyen civilizaciones milenarias en nombre de la intervención humanitaria.  Construir y defender un proyecto socialista significa defender el humanismo revolucionario.

Fue un discurso que recordó Las Palabras a los intelectuales, documento que trascendió hace 58 años, resultado de un histórico intercambio sostenido por Fidel con escritores, artistas e intelectuales, los días 16, 23 y 30 de junio de 1961, y que Díaz-Canel señaló debía ser conocido por todos.

Hoy tenemos el deber de traer sus conceptos a nuestros días y defender su indiscutible vigencia, evaluando el momento que vivimos, los nuevos escenarios, las plataformas neocolonizadoras y banalizadoras que tratan de imponernos y las necesidades, pero también las posibilidades que con los años y los avances tecnológicos se han abierto.

Hay que hacer lecturas nuevas y enriquecedoras de aquellas palabras. Hacer crecer y fortalecer la política cultural, que no se ha escrito más allá de Palabras… y darle el contenido que los tiempos actuales nos están exigiendo

La UNEAC tiene el mayor desafío a partir de este Congreso y es no dejarlo morir y trabajar en todo lo que aporte bienestar a la nación, a la espiritualidad, al provenir, como expresó el mandatario cubano, quien también llamó a la organización a ser más proactiva en sus bases.

Igualmente veo a la UNEAC batallando por rescatar y elevar el peso y el papel de la crítica cultural.  La sequía de análisis serios y bien fundamentados sobre los valores reales de obras y espacios culturales desestimulan a los creadores y privan a los públicos, particularmente a los más jóvenes, de criterios orientadores que establezcan las jerarquías artísticas a tiempo.

Concluyó el Noveno Congreso de la UNEAC. Queda la satisfacción del debate, el intercambio de ideas y el compromiso de cuánto queda por hacer. Queda además una convocatoria perenne: desatar una irreconciliable batalla contra la incultura y la indecencia, de esta manera se defenderá nuestra cultura.

 

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