Mientras conversaba por teléfono un amigo de más de 50 años se autodenominaba el muchacho del Cotorro, como dato adicional para ser identificado.
Resulta esto un hecho bastante casual el que personas de edad madura continúen llamándose muchachos (en sentido genérico) aunque si tenemos en cuenta el significado de esta palabra su relación es directamente proporcional a juventud que hace mucho rato dejaron de serlo.
La juventud es a mi juicio la etapa del florecimiento de la vida en la que dejamos de ser niños para convertirnos en adultos o casi adultos, sueño hecho realidad en cada infante.
Cu{anto desea cada niño ser mayor, sin embargo que difícil resulta para los ya entraditos en años aceptar que dejaron de ser muchachos y muchachas para convertirse en señoras y señores.
Más de una amiga me ha contado el choque emocional que produjo en ella el llamado de un joven con alguna palabra que aluda a su definitivamente nueva etapa de la vida.
Tal suceso invita sin dudas a una reflexión: mientras los ánimos, la actitud, el deseo de vivir nos acompañe y la madurez suficiente para emprender el camino con suspicacia, más allá de un cuerpo musculoso y ajeno a las huellas inevitables de los años vividos, seguiremos siendo jóvenes, aun cuando dejemos de ser nombrados muchachos y muchachas