Cuba es frecuentemente asediada por eventos hidrometeorológicos de gran magnitud, que dejan importantes perjuicios tanto para la naturaleza como para la economía cubana.
Por ese motivo, del primero de junio al 30 de noviembre, se decreta en el país la temporada ciclónica, período en que se refuerzan las medidas de protección a los recursos económicos y en primer lugar, al capital humano.
Previo a la fecha, se realizó en todo el territorio nacional el Ejercicio Meteoro 201”, donde la población tuvo un gran protagonismo en el saneamiento, recogida de escombros, basura y la poda de árboles; limpieza de las zanjas y tragantes, entre otras actividades prácticas dirigidas a minimizar los daños que pueden ocasionar los huracanes.
Cada zona del país tiene sus factores de riesgo. En San José de las Lajas, por ejemplo, se vela por las condiciones de los embalses, por poseer 16 micropresas y 2 presas, una de ellas es Mampostón, la más grande de La Habana, con una capacidad de 155 millones de metros cúbicos.
Puntualizar el estado técnico y mantenimiento de las compuertas y válvulas, el volumen de agua y si este no representa un peligro para la población en caso de rotura, son algunas de las medidas que se deben acatar durante la fase informativa.
Al decretarse la alerta ciclónica, el Estado Mayor de la Defensa Civil a todas las instancias, establece el incremento de la vigilancia sobre los embalses, refuerza las comunicaciones con los sitios donde se ubican, incrementa la observación sobre las áreas de inundaciones peligrosas y evacúa los sitios de riesgo.
Esta acción se realiza en situaciones extremas y debe concluir durante la fase de alarma donde se orienta, además, la protección del pueblo.
El incumplimiento de esas medidas puede ocasionar irreparables pérdidas. Cuba, a lo largo de más de 50 años de Revolución, ha demostrado que con disciplina y buena voluntad puede garantizarse la seguridad del pueblo y de los recursos económicos.