Che y Fidel

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El valor de un libro radica en su utilidad para sensibilizar, aprender y combatir. Esa trinidad verbal está en el volumen Che y Fidel: una amistad entrañable, de la Editorial Capitán San Luis, sin un autor único. 

En este caso, la creación no sería de quien escribe, sino más bien del testimoniante, o de aquel documento histórico de extraordinaria importancia patrimonial, donde se fija la más exacta relación humana entre el líder histórico de la Revolución cubana y el Guerrillero Heroico. 

Entre la partida del Che hacia el Congo el primero de abril de 1965, y el tres de octubre de ese año en que Fidel leyó su carta de despedida, pasaron seis meses y dos días de intensa calumnia enemiga. Hasta la madre del Che, Celia de la Serna, enferma, quien no pudo nunca leer la carta que le envió el hijo, le sugirió que si no lo entendían en Cuba, pues que se fuera a China o a otra parte. 

La revelación de Fidel en la constitución del primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba, venció a la campaña imperialista, pero no la destruyó completamente. Y a eso va el libro Che y Fidel: una amistad entrañable, de la Editorial Capitán San Luis. 

Ahí se cuenta el arresto de Fidel, del Che y de otros compañeros por la policía mexicana. El argentino casi compromete la expedición a raíz de su polémica con sus captores sobre el culto a la personalidad de Stalin. El Che le sugirió al Comandante en Jefe que partieran sin él. “Yo no te abandono”, le respondió Fidel. 

También se recoge la conocida carta de Camilo al Che, donde el Señor de la Vanguardia significa la decisión del Jefe de protegerlo. De acendrada percepción marxista, era el Che de perenne discusión, crítico con lo que creía mal hecho, y particularmente severo con quienes más apreciaba. 

El libro Che y Fidel: una amistad entrañable, de la Editorial Capitán San Luis, libra aún una batalla contra ecos de aquel infundio de hace 50 años. Sorprende que se diga que el Che se fue disgustado con Cuba, cuando en perfecta armonía con la Revolución cubana se organizó todo su proyecto guerrillero en Sudamérica. Aquí, y no en otra parte, se entrenó duramente con sus compañeros. 

En San Andrés, Pinar del Río, recibiría más de una vez a Fidel, quien encargaría a Pombo y a Urbano la protección del Che. En Bolivia, los acontecimientos tomaron un giro negativo, se precipitan, sin un margen de maniobra que no fuera la capacidad de la guerrillera para sobrevivir. En el volumen Che y Fidel: una amistad entrañable, se encuentra no solo el relato, sino el oficio del pensar, el ejercicio inteligente para enfrentar a la infamia.

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