Chávez en abril: viene llegando la carga

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Algún juicio enemigo hablaría luego de la capacidad de Hugo Chávez de crear (o de recrear) una denominada narrativa totalizadora sobre la nación. La victoria revolucionaria de abril de 2002, cambió las actancias del pensamiento al servicio de la reacción: los adversarios mantenían el discurso del totalitarismo, pero ensayaron búsquedas en el legado cultural, en la vigencia del caudillo en la tradición histórica de los pueblos de este lado del mundo.

Claro que el propósito era pararle los pies al pueblo. Pero el regreso del líder de la esperanza a Caracas aquella madrugada memorable, confirmó al fin el papel protagónico de la idiosincrasia compartida por millones, viva, despierta, pujante, en participación efectiva en la tarea de gobernar. Puede estar muy lejos el horizonte, pero los hijos de la Patria van sin miedo al ruedo de la historia, sobre todo si sienten la Utopía tan cerca de las manos.

Chávez estableció en su proyecto una línea formidable en el tiempo. En el centro de la prédica siempre estuvo El Libertador. Debe de parecerle demasiado subversivo al imperio el nombre de Simón Bolívar, para que sus peones fugaces retiraran su retrato del Palacio de Miraflores.

Pocas veces se vio un acompañamiento tan apoteósico. Aquel momento inolvidable hasta le reparó el optimismo al mismísimo Bolívar: “No, Padre. Pueden perderse batallas, hasta es muy probable morir en ellas, pero el fundador de una familia de pueblos jamás ara en el mar”.

Y aquella canción de principios de la era decimonónica, el himno inmortal, volvió en la voz de aquel presidente que jamás dejó de cantar. La repartió como un hecho compartido, acto cultural indiscutible, que hasta muchos preteridos de otro tiempo llegaron a creer que él era el autor. Y después de aquel abril difícil, pero del sueño en manos de millones, fuimos muchos los que nos aprendimos de memoria la página que reclama “Gloria al bravo pueblo”, que hasta nos identificamos con la premonición de que “Unida con  lazos, que el Cielo formó, la América toda existe en nación”.

Y en nombre de la libertad, como advirtió El Libertador, los Estados Unidos plagaron de miserias estas tierras. Y extorsiona y calumnia. En las misiones bolivarianas estaría la increíble resistencia. Como también en la oralitura numerosa, que se dice en corridos, como la historia del último hombre a caballo, Pedro Pérez Delgado, Maisanta, el bisabuelo de Chávez: “Como un rumor de joropo, viene llegando la carga”.

 

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