Por estos días he recordado a Orbita, una maestra con una pasión inmensa por el magisterio. Siempre afable, siempre con deseo de ayudar y contribuir a la mejor formación de sus alumnos y de quienes estaban a su alrededor. Tenía siempre un consejo a mano para mejorar.
He evocado su memoria con la serie televisiva Calendario. Una propuesta televisiva que despierta sentimientos. Una maestra se adueña de la escena, sus alumnos: los que habitan cualquier aula, adolescentes con historias que nos hacen pensar en su formación, en el presente y en el futuro.
Amalia, una maestra que deja ver el alma en la pretensión de cautivar, enseñar, ayudar. Es esa la virtud que arropa a quienes deciden por el magisterio para toda la vida.
Desde su primer capítulo es un llamado a la reflexión, a mirarnos los unos a los otros, a medir nuestros actos en esa necesidad urgida de todos los tiempos: formar a mejores seres humanos.
No podemos abrazar la indiferencia. A nuestro alrededor podemos encontrar a muchachos y muchachas que nos sorprende su lenguaje, sus vacios, sus modales y no se trata solo de la escuela, es esta y la familia, también la comunidad, somos todos los que deberíamos juntar voluntades para fraguar la maravilla.
Un buen maestro queda prendado a la memoria siempre. Se le recuerda por la asignatura que impartió pero también por los valores que mostró. Como Amalia conocí a una joven educadora que llevaba a sus alumnos fuera del aula para acercarlos a la Literatura y descubrió en sus discípulos interés por el conocimiento, despertó en ellos sensibilidad y nobleza.
Calendario, esa serie televisiva que transmite los domingos la Televisión Cubana, es estremecimiento imperioso para todos los días desde la cuna hasta el centro escolar, es la responsabilidad de unos y otros, es la vocación eminentemente necesaria en quienes estarán frente a un aula.
Como escribió el más universal de los cubanos, José Martí: “La enseñanza ¿quién no lo sabe? Es ante todo una obra de infinito amor” Por eso esta vez, Calendario me ha traído el recuerdo de Orbita, esa maestra que quedó en el corazón y la memoria de unas cuantas generaciones de lajeras y lajeros.