Biodiversidad, una garantía de la seguridad alimentaria

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La biodiversidad es esencial para garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición humana y animal. A la vinculación entre estos  conceptos, su importancia y al quehacer de los científicos  del Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA), ubicado en San José de las Lajas, nos acercamos a través del diálogo con la Dra. Médico Veterinaria María Irían Percedo Abreu, Epidemióloga, Investigadora Titular de este centro científico.

(P)¿Qué relación existe entre la biodiversidad y la seguridad alimentaria? 

­(E) La biodiversidad se refiere a la variedad existente de seres vivos: microorganismos, plantas, animales, incluidos los humanos. La riqueza y conservación de la flora y la fauna en los ecosistemas es esencial por los servicios que prestan para la sostenibilidad de la vida en el planeta Tierra. Con la constante pérdida de especies  arriesgamos los servicios naturales que necesita la humanidad: alimentos, agua limpia, combustibles, madera y fibra; productos farmacéuticos y control de enfermedades; así como la regulación de nuestro clima.

La expansión demográfica y económico-productiva de la especie humana se estima que ha puesto en marcha una extinción masiva de especies vegetales y animales, cuyas dimensiones son  incomparablemente mayores que las de cualquier período de extinción anterior en el desarrollo de la humanidad. Los estudios muestran que la perdida de la biodiversidad afecta la productividad de los ecosistemas en su conjunto.

En la esfera agroalimentaria  la pérdida de biodiversidad tiene un impacto significativo en la productividad de las especies animales y los cultivos. Para garantizar la producción intensiva a gran escala se han obtenido, por selección genética, razas de animales y variedades de cultivos especializadas que pueden alcanzar mayores rendimientos productivos, pero en cambio son más susceptibles a plagas y enfermedades, incluso a eventos climáticos adversos, que imponen el aseguramiento de condiciones y recursos  para el proceso productivo a fin de reducir su vulnerabilidad.

Por otra parte, la producción agrícola se reconoce que es una actividad humana que lleva implícita la disminución de la biodiversidad y por tanto la pérdida de las características de autorregulación propias de los ecosistemas o comunidades naturales. Por ello la causa principal de la aparición de las plagas agrícolas es la pérdida de la biodiversidad, porque no están los depredadores y reguladores naturales de los patógenos.

También el incremento previsto de los monocultivos para producir biocombustible puede llevar a una aceleración de la erosión de la biodiversidad.

Velar por la inocuidad de los alimentos, tanto para el consumo humano como animal, ha estado en la diana de las preocupaciones de la comunidad internacional con el desarrollo de los sistemas industriales intensivos de producción animal y agrícola, sin dejar de lado los riesgos que también están presentes en el resto de las formas de producción familiar y comunitaria por métodos más artesanales. Pero sin lugar a dudas, los riesgos sanitarios (biológicos, por la presencia de patógenos, o por contaminación química) tienen una mayor escala cuando se producen en sistemas industriales, porque es mayor la cantidad de alimentos y de población, así como territorios,  afectados. Garantizar la inocuidad de los alimentos implica el cumplimiento medidas y procedimientos en toda la cadena productiva y de distribución, desde la producción primaria (la granja), hasta el consumidor (el plato).

Si bien el aumento de la demanda mundial de leche, carne y huevos ha conllevado a una gran dependencia de animales de gran rendimiento que se crían de forma intensiva, con igual tendencia en los productos agrícolas, lo cierto es que los más de 7 mil millones de personas que habitan nuestro planeta hoy llegaran a más de 9 mil millones para el 2050, y por tanto habrá mayor demanda de alimentos, servicios y energía, lo que se traduce en mayor presión todos los ecosistemas. Entonces, qué pasará? Hoy la población mundial tiene un ritmo de consumo mayor del que nuestro planeta es capaz de satisfacer manteniendo su ciclo natural, sostenible y sin agotar sus reservas. Se calcula que al ritmo actual de consumo se necesitarían para dos planetas Tierra para satisfacer la demanda de la población que existirá en el 2050.

Al mismo tiempo, se espera que el cambio climático acelere muchas de las presiones que sufre el medio ambiente, ya que los sistemas productivos de larga tradición se verán desestabilizados por falta de agua, salinidad, aridez y aumento de las temperaturas.

Con todos estos antecedentes queda claro que proteger la biodiversidad es tarea de todos, porque debemos tener conciencia que para ello se precisa de acciones en todos los niveles, desde las comunidades hasta la nación, y el conocimiento para ello existe, donde son válidos tanto los saberes populares como los aportados por la ciencia. De eso se trata, utilizar el arsenal de estrategias encaminadas a la protección de la biodiversidad y el uso más racional de los recursos naturales, a la par que se contribuye a la sostenibilidad de la producción de alimentos inocuos.

(P) La inocuidad de los alimentos incluye acciones encaminadas a garantizar la seguridad alimentaria. En este sentido un importante proyecto se desarrolla el Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA). En qué consiste este proyecto.

(E) El CENSA tiene como Misión “Preservar la salud animal, vegetal y humana”, y con ese empeño la institución impulsa el Proyecto “Fortalecimiento de las capacidades frente a riesgos globales para la salud del hombre, los animales, las plantas y el medio ambiente con enfoque a UNA SALUD”.

La estrategia “Una Salud” se define como los esfuerzos colaborativos entre múltiples disciplinas y sectores − a nivel local, nacional e internacional − para lograr la salud óptima para las personas, los animales y el ambiente, con lo cual provee un marco conceptual para el desarrollo de soluciones intersectoriales y multidisciplinarias ante los desafíos de salud globales.

Esta estrategia se impulsó en el 2010 con la Alianza Tripartita entre la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la OMS, cuya la finalidad es la coordinación de acciones para el enfrentamiento a las zoonosis, tanto endémicas como emergentes, así como otras amenazas en la interfaz hombre-animal-ambiente, tales como la resistencia antimicrobiana (RAM) y la inocuidad y seguridad alimentaria.

El CENSA, de conjunto con las direcciones nacionales de Salud Animal y Sanidad Vegetal, del MINAG, y de Epidemiología y Vigilancia en Salud, y el Instituto de Medicina Tropical IPK, del MINSAP, así como la Agencia de Medio Ambiente, está impulsando el desarrollo de un sistema de vigilancia integrado que contribuya a la alerta temprana de riesgos a la salud, mediante el análisis de indicadores bioproductivos en animales y cultivos, así como otros ambientales, con el propósito de incrementar la visión holística sobre los problemas que se presentan e interactúan para después impactar en la salud animal, vegetal y humana. Es una visión que integra elementos desde la calidad de los suelos hasta indicadores de salud de los seres vivos, entre otros factores.

El objetivo final de la salud animal y la sanidad vegetal es contribuir a la salud humana, no solo a través de alimentos en cantidad y calidad  requerida, incluyendo su inocuidad, sino también mediante la prevención y el control de enfermedades comunes a los animales y el hombre, las llamadas zoonosis.

El CENSA dispone del CENLAC, un laboratorio con 21 técnicas analíticas acreditadas para el diagnóstico de contaminantes en alimentos y materias primas, un fortaleza que contribuye a las acciones del país por garantizar la inocuidad de los alimentos para personas y animales.

La salud humana está cada vez más interconectada con la de los animales en el ambiente que ellos comparten, en tanto aumenta la amenaza de las enfermedades emergentes que surgen en esa interfaz producto de las múltiples y crecientes fuerzas motrices que propician esa mayor interrelación hombre-animal-ambiente.  Durante las últimas décadas, cada año aparecen como promedio cinco nuevas enfermedades y el 75 % de ellas son zoonosis, resultado de cambios antropógenicos y demográficos con un alto costo en el desarrollo económico humano, incluida la pérdida de biodiversidad.

El desarrollo del Proyecto sin dudas ha contribuido a una mayor, y mejor, comprensión de la necesidad de la alianza intersectorial entre las instituciones de salud animal, salud pública y medio ambiente para enfrentar los crecientes riesgos para la salud global.

(P) ¿Qué importancia le concede a la defensa de la biodiversidad como vía para  mejorar la seguridad alimentaria?

­(E) Si no protegemos la biodiversidad estamos amenazando la seguridad alimentaria a corto, mediano o largo plazo, en la misma medida en que el punto de partida sea más o menos desfavorable. La protección/recuperación de los suelos es esencial. Evitar el sobrepastoreo, contraponer las prácticas agroecológicas al uso exclusivo de plaguicidas para el control de plagas agrícolas, ello incluye el uso de bioplaguicidas y controles biológicos, usar el abono natural, promover la tracción animal en el laboreo de la tierra, intercalar los cultivos, usar las fuentes de energía renovable como el biogás y otras muchas acciones van dirigidas a la protección de la biodiversidad y con ello a mejorar la producción agropecuaria y la seguridad alimentaria.

De los suelos agrícolas cubanos el 76.8% está afectado por diferentes procesos de degradación, conjugándose factores de diversa índole que limitan el rendimiento de los cultivos a valores inferiores al 70% de su potencial productivo, lo que exige la aplicación de medidas de mejoramiento agrotécnico. De los suelos agrícolas el 30.8% están clasificados en la categoría de pocos productivos. Un elevado porcentaje del fondo de suelos del país se encuentra afectado por factores de carácter natural, pero con una marcada preponderancia de factores de carácter antrópico.

La base de la biodiversidad está en los suelos, por ello la importancia de las acciones para su recuperación. Por ejemplo, las afectaciones a los manglares en nuestras costas por huracanes de gran intensidad han contribuido a la penetración de la cuña salina de los mares adyacentes y con ello la salinización de suelos productivos.  Una tarea en desarrollo hace varios años es la siembra de mangle en las costas para frenar la contaminación salina.

Los océanos también han sufrido la pérdida de biodiversidad, no solo por la pesca excesiva, sino también por la contaminación indiscriminada y el cambio climático. El daño a los arrecifes impacta en la cadena trófica de los peces y la pesca en plataforma disminuye en muchas áreas geográficas. El desarrollo de la acuicultura en el país, basado en especies resistentes y de alto potencial productivo, es otra tarea que contribuirá a la seguridad alimentaria del país. La sanidad de las especies acuícolas es también una prioridad.

(P) La pérdida de la biodiversidad amenaza la variedad de alimentos. A su juicio qué medidas  a mediano y largo plazo podrían contribuir dentro de la isla a disminuir estos riesgos.

 (E) En Cuba se viene apoyando hace años muchas actividades dirigidas a frenar la pérdida de biodiversidad. Existen políticas refrendadas en leyes para la protección del medio ambiente, también el programa de áreas protegidas para la conservación de territorios con riqueza en la fauna, la fauna y el mismo paisaje. También en la ganadería se trabajó siempre por el rescate del ganado criollo, y la política de cruzamiento privilegió la obtención de animales productores de leche, pero adaptados a nuestro clima, y para ello se  realizaron los cruces del Holstein importado con ganado cebú, más resistente. La avicultura y la porcicultura se afianzaron con el desarrollo de líneas propias, pero a la par se mantiene el desarrollo de aves rústicas y del cerdo criollo.

En áreas seleccionadas se desarrollan cotos porcinos, en condiciones prácticamente naturales. Los caprinos, una especie animal muy resistente y adaptable a terrenos montañosos, también tiene indicaciones de incrementarse. La acuicultura ha venido desarrollándose y hoy se promueve la cría de tilapias, una especie bondadosa con el medio.

En cuanto a la producción agrícola son muchos los programas dirigidos al fomento de la agricultura familiar, urbana y sub-urbana, incluidos los organopónicos, así como a incentivar los patios de referencia para el cultivo de frutales, un renglón que tiene muchos pendientes según la tradición nacional, pues por muchos años se han perdido de  los mercados muchas especies frutales. Todos estos espacios de producción agrícola tienen en sus fundamentos el empleo de prácticas agroecológicas, basados en la diversidad de cultivos, el intercalamiento, el uso de bioplaguicidas, etc.

El CENSA es centro de referencia nacional para el diagnóstico de plagas y enfermedades que pueden amenazar al patrimonio agropecuario nacional, y es reconocido por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), como Centro Colaborador para la Reducción de desastres en sanidad animal.

Trabajar bien en todas las actividades señaladas contribuirá con la conservación y fomento de la biodiversidad en nuestro país, lo que sin dudas redundará en una mejor y mayor variedad de alimentos para la población, y garantía de la seguridad alimentaria nacional.

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