El azote de la COVID-19 ha puesto en vilo a la comunidad mundial y repercutido desfavorablemente hasta en las más potentes economías. Cuba no escapa a este terrible flagelo, acentuado por las maniobras del bloqueo económico, político y comercial impuesto por los Estados Unidos a la isla.
En no pocas esferas de la economía nacional se perciben los efectos de este descalabro mundial y del brutal accionar del gobierno estadounidense, tal es el caso de la generación de energía eléctrica. En este sentido la búsqueda de soluciones no se ha hecho esperar y pese a las adversidades ese servicio se ha mantenido, con el mínimo de interrupciones.
Prueba de ello resulta la etapa de alza de consumo de los meses precedentes, donde como parte de las orientaciones de la Defensa Civil en Cuba para evitar la propagación de la COVID-19 la mayor parte de la población se mantuvo en los hogares.
Durante ese período fue determinante el apoyo de la población y de las entidades del sector estatal para evitar los molestos apagones e interrupciones por falta de generación. Fue el ahorro una importante premisa para garantizar ese servicio.
Justo ahora, en el verano, etapa en la que buena parte de la familia permanece en casa y las altas temperaturas exigen el uso de determinados electrodomésticos para aplacar el calor, el ahorro de energía, al poner en práctica los consejos de la Unión Eléctrica en Cuba, es una impronta que redundará en beneficio de su economía y la del país.