José Martí es el maestro imprescindible. Llegar a su obra es encontrar respuestas, consejos y sabias lecciones de decoro, patriotismo y amor, es como manantial fresco que socorre la sed del conocimiento, que aclara dudas y deja la inmensidad de su luz para hacer más llevadero el camino.
Llegar a Martí implica respeto, reverencia perpetua a quien en su prematura vida alcanzó la inmensidad que lo distingue como el más universal de los cubanos.
Fue él quien sumó al verso apasionado, el amor a la patria y las ansias de independencia. Descubrió anticipadamente el peligro que asechaba a la mayor de las Antillas, la ambición enardecida en el norte cercano y las sobradas razones para disponer lo mejor del pensamiento en una guerra necesaria que pusiera fin al oprobio.
El 10 de abril de 1895, ya en Cabo Haitiano, a punto de embarcar con Máximo Gómez y otros compañeros hacia Cuba, redactó una misiva donde, en su papel de editor orientaba: ¼De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento.
Tuvo en su pluma la herramienta oficiosa dispuesta a la causa mayor a la que consagró cuerpo y alma: la libertad de Cuba. Hasta el último de sus días dedicó su aliento, firme, sereno, con la certeza de quien se supo hijo y centinela de la patria
A José Martí no podemos llegar con apuro. En la lectura que nos aguarda encontraremos sensibilidad, la espiritualidad que distinguió su manera de ser, el amor a los semejantes, a Cuba y a la humanidad, la dignidad misma.
Es menester encontrar al maestro, al hombre de visión extraordinaria, a la persona que supo despojarse de la comodidad para arroparse de sacrificios por un ideal.
Tenemos que aprender que la humildad ha de habitar como la luz, que la honradez y la sinceridad son alimentos imprescindibles para los humanos, que la envidia, la intriga y la ambición jamás permitirán que crezcamos a plenitud como personas de bien.
Por él podemos aprender que la amistad no está en extinción, que hay que cultivarla, fraguarla cada día para que germine y siempre pueble nuestras vidas.A José Martí le debemos respeto eterno-