El silencio era testigo de aquella espera. Miles de pequeños aguardaban las palabras de un hombre de pensamiento futurista y figura colosal. Aquel 14 de septiembre de 1959 marcaría un antes y un después para los cubanos. Desde la antigua fortaleza de Columbia se amplificarían las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz para comunicar la apertura del primer curso escolar de la Revolución Cubana.
Al fin llegó la hora. Fidel comenzó su discurso. Con elocuencia y voz enérgica el líder revolucionario habló de presente y futuro. Habían transcurrido solo 9 meses del triunfo de la Revolución Cubana. Iniciaba una nueva etapa para la enseñanza. Sus palabras certeras y plenas de cariño y respeto“… Yo quiero que los niños jueguen, que tengan campos deportivos, que tengan playas, que se diviertan, que hagan excursiones por los campos, pero queremos que también estudien”.
De ese orador por excelencia los cubanos escucharon los planes educacionales que adoptaría la Revolución, la necesidad de llevar la enseñanza a los niños campesinos y de crear campamentos vacacionales, visitas a las playas y estimular a los mejores estudiantes.
Finalizó aquel discurso, se cerraron los micrófonos y a pasos agigantados Cuba logró hacer realidad las ideas que Fidel planteó a inicios del triunfo revolucionario. Un proceso educativo gratuito, con igualdad de condiciones para todos, materiales de estudio, excelentes profesionales al frente de las aulas y un nivel avalado internacionalmente.
Cada septiembre es imprescindible evocar aquellos recuerdos del primer curso escolar de la Revolución Cubana, a ese deseo materializado, que tiene continuidad y aglutina logros hasta nuestros días.
A 61 años sigue siendo una oportunidad de conocimiento, aprendizaje y socialización. Un proceso que solo una pandemia mundial pudo interrumpir en Cuba y que hoy retoma sus jornadas con la continua vigilancia de los educadores para garantizar la salud del alumnado y el progreso cultural de las nuevas generaciones.
