Sin humo el planeta será más feliz

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adaduran@enet.cu

Cada día se levantan más voces en contra del tabaquismo y su incidencia en los fumadores pasivos, o lo que es lo mismo, personas que saben que la salud es lo más importante para vivir más y mejor.

Sin embargo, aún no son suficientes los reclamos  y muchos hacen caso omiso de las leyes que plantean que no se puede fumar en lugares públicos y sitios cerrados. En este último caso, me refiero especialmente a los hogares donde la familia es la primera en cometer este peligroso acto.

En estudios realizados con fumadores pasivos, se constató que después de que una persona no fumadora pasa media hora en una sala donde hay humo de tabaco, sus depósitos de antioxidantes (incluida la vitamina C) descienden al mínimo. Estas sustancias son las que protegen, entre otras cosas, las arterias para que no se formen las placas causantes de la enfermedad cardiovascular.

El humo de segunda mano causa además cáncer, amén de otras complicaciones respiratorias y, en niños, muerte súbita e infecciones de oído.

Se sabe que el humo del tabaco lleva numerosos agentes oxidantes capaces de producir radicales libres y de iniciar un proceso conocido como peroxidación.

El humo de la llamada corriente secundaria tiene mayor contenido de monóxido de carbono, amoníaco, nitrosaminas y acroleína. Esto, unido al hecho de que el tamaño de sus partículas es menor y, por tanto, alcanza porciones más profundas del sistema broncopulmonar, hace pensar a los especialistas que se trata del humo más nocivo.

Según los expertos, algunos de estos componentes como el cadmio, causante de cáncer de pulmón en personas y animales, se encuentra en concentración seis veces superior en la corriente de humo secundaria.

Dejar de fumar es beneficioso para todos los grupos de edad, incluso en edades avanzadas. Se ha visto, por ejemplo, que, al cabo de cinco años de dejar el tabaco, el riesgo de accidente cerebrovascular disminuye hasta colocarse al mismo nivel que el de los no fumadores.

La batalla contra el tabaquismo debe comenzar en casa con el convencimiento de que la afectación llega directamente a los niños, embarazadas y ancianos, quienes requieren de un ambiente sano para vivir mejor.

En centros de trabajo, sitios de recreación, ómnibus, tiendas y otros lugares públicos es necesario aplicar con rigurosidad la ley que prohíbe fumar y sancionar a los infractores.

Protegernos de las enfermedades es vital para alargar la vida, sobre todo, si tenemos en cuenta que vivimos en un mundo donde agentes externos multiplican cada día más, daño irreversible a nuestro planeta.

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