Wifredo Lam: una convocatoria para la plástica de todos los tiempos

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Por Andrés Machado Conte

En el continente personal de Wifredo Lam eran demasiado visibles los signos de África, de Asia y de Europa. Él mismo, por sí solo, pudiera representar en su justa medida los condimentos del ajiaco con el cual Fernando Ortiz calificó a la hermosa realidad de lo cubano. En el genial artista cubano de la plástica fallecido hace 40 años, concurrieron muchos caminos del mundo en esta longitud aquende del océano Atlántico, pero apegado natural y raigalmente a la naturaleza nueva de Nuestra América.

El juicio crítico tradicional suele conectarlo con el Surrealismo europeo. Las condiciones pudieran ser, de algún modo, coincidentes. Las Vanguardias europeas –se dice—ocuparon un primerísimo sitio a raíz del desencanto generado por la Primera Guerra Mundial. Wifredo Lam fue al Viejo Continente en los años veintes, cuando aún prevalecía el hondo desgarramiento por la independencia arrebatada y comenzaba a renacer la conciencia nacional. Tras la Guerra Civil Española se trasladó a París, y allí se unió los surrealistas. Pablo Picasso en persona fue quien se encargó de presentarlo a André Breton y a Max Ernst. Breton era el autor de los manifiestos surrealistas de entonces, y uno de sus libros, Fata Morgana, fue ilustrado por Wifredo Lam.

Pero el extraordinario artista cubano resultó ser a la larga un suceso maravillosamente original. El lenguaje surrealista dispuso sus herramientas para una interpretación creadora de la realidad de América Latina y del Caribe. Posiblemente la obra La Jungla sea el trabajo que mejor explique esa conjunción. El papel del inconsciente (un permanente en el psicoanálisis, y en todas las teorías e investigaciones de Sigmund Freud), aparece en la famosa pieza de Lam, como también la festividad del Caribe y sus enigmas. En La Jungla están lo humano y lo divino, lo vegetal y lo animal, lo pueblerino y lo universal. Pocas veces las denominadas formas irracionales del Surrealismo, estuvieron tanto al servicio del contenido del compromiso.

Alguien definió a La Jungla como el primer manifiesto plástico del Tercer Mundo. Pudiera ser un criterio demasiado absoluto, pero el nombre de Wifredo Lam constituye una convocatoria para el mester actual de ese segmento del planeta.

El Centro que se anuncia con su nombre, lo hace explícitamente por el arte contemporáneo. Wifredo Lam transita así en suerte por la inquietud de hoy y probablemente la de mañana, aunque el calendario insista en el cuadragésimo  aniversario de su muerte.

 

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