Testimonio interesante y conmovedor el de la doctora en Sociología y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex). Como ella, otros también deben recordar aquel desafío a una sociedad machista que hoy se proyecta por la justicia y la equidad social.
Sin lugar a dudas, el año dos mil siete fue decisivo, como también lo fue el paseo desde la sede del Cenesex hasta el cine 23 y 12. Los protagonistas de esta historia, homosexuales unos, transexuales otros, esto era precisamente lo que se percibía a primera vista. Pocos, o casi nadie advertía en aquellas personas calidad humana, virtudes, convicciones y un deseo infinito de amar y ser amados.
En el artículo, Mariela Castro significa el miedo a la mirada, esa mirada inquisidora que aniquila y lastima el alma. La mirada ajena que no aprueba diferencias en el comportamiento y diversidad sexual.
Es cierto que mucho se ha avanzado en nuestro país, creo que es un tema que requiere de trabajo constante aunque no sea 17 de mayo. Como también es comprensible lo difícil que resulta, para generaciones viejas, cambiar la mentalidad luego de formar parte de una sociedad estereotipada, donde solo se concibe el mundo con Adán y Eva.
Ya pasaron nueve años de la primera Jornada Cubana contra la homofobia y la transfobia; habría que televisar el filme “Los muchachos no lloran” de la directora estadounidense Kimberly Peirce, mostrar esta historia real de amor, zarandear al televidente y certificar el derecho que tenemos todos al respeto y aceptación.