Una historia que no avisora un final feliz

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La emigración es un problema que involucra a miles de personas en el mundo, tema que también atañe a los cubanos y cuyas secuelas están en la piel de muchas familias de este lado del mar.

La búsqueda de mejores opciones, la realización de un sueño o la reunificación familiar, están entre las causas que mueven la marcha de algunas personas que, pese a los peligros de una travesía ilegal y a las continuas denuncias de quienes les ha tocado vivir episodios difíciles en ese bregar, insisten en lograr su objetivo a través del paso por terceros países.

La emigración aunque es un tema viejo, crece a nivel mundial y con ella el abuso, la xenofobia y todo tipo de discriminación, en mayor o menor medida, por los que no son nativos y a quienes en su mayoría le toca realizar los trabajos más duros, sucios e incluso denigrantes.

Cada año, cientos de personas pierden la vida en el cruce ilegal a otros países, mientras  otras tantas aumentan sus riquezas con el tráfico de seres humanos.

En estas casi siempre inhóspitos travesías mueren por lo general mujeres y niños, y otros quedan  marcados  por tormentosos recuerdos por el resto de la vida.

Por estos días cuando el desprecio por los emigrantes alcanza su máxima expresión en los Estados Unidos con la cacería de indocumentados en ese territorio, recuerdo los episodios narrados en el libro Cabeza de turco, del escritor alemán Günter Wallraff y visualizo cuán difícil puede ser la vida de un emigrante, no importa su nacionalidad.

Duele el descalabro al que son sometidos los emigrantes sin que aparezcan una solución coherente y humana para este flagelo.Una historia que no avisora a todas luces, un final feliz.

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