Un aire de aflicción se percibe en las calles de San José de las Lajas. Tres días han pasado ya de la desaparición física del hombre de las mil batallas, querido por los cubanos de todas las generaciones. Tres días, tres días justo, y no cesa esa bruma propia de las horas tristes.
Las calles las colma el silencio, donde resuena el eco del dolor con una imagen nunca vista, mi pueblo esta triste, se descubre en los rostros de la gente, en la noticia insólita que casi en murmullo repiten mis coterráneos como si esgrimieran a este método para espantar el dolor al compartirlo.
No puede ser cierto, todavía nos cuesta creerlo porque nos duele la idea de que ya no esté el maestro, el padre, el guía que es Fidel para todos los cubanos.
Banderas cubanas y del 26 de julio ondean en todas partes, fotos de nuestro líder eterno cubren la naciente capital y se reafirma el compromiso de los nacidos en esta tierra de llevar adelante la obra de la Revolución en un país donde la Sierra, el mar y el cielo han sido testigos de históricas batallas donde resuena la voz del Comandante al frente de su pueblo.
Tres días, tres días justo de la desaparición física de Fidel y el ardoroso grito de dolor de los cubanos, herederos de su legado se torna en juramento unánime que traspasa las fronteras.
Cuba seguirá eternamente tu ejemplo. Ahora el deber que tenemos los cubanos de mantener nuestras conquistas nos da fortaleza, nos hace un pueblo más grande, más digno de ser los sucesores de la obra que construiste.
