Cubiertos por una capa de tierra, como describiendo un trazado entre la localidad y el cementerio, existen los restos de la trinchera concebida por el viejo ejército colonial español, cuya patrona fue Nuestra Señora de la Purísima Concepción. El patrimonio, en consecuencia, supone conexiones en Tapaste con la advocación a la santa, donde iglesia y fiestas tradicionales convergen en tributo a esa figura, Inmaculada de nombre.
Tapaste supone un sitio de significación arqueológica, como si las entrañas de aquellos parajes lajeros extendieran un mensaje de búsqueda y de estudio. Para la instrucción y el oficio de historiar, resulta un hito contar con páginas del libro de la tierra, donde hallar orígenes de este instante que transcurre, y los pasos de quienes nos antecedieron.
La Empresa Minera de Occidente, radicada muy cerca del poblado, define quizás esa determinación de su gente de hurgar en el paisaje, para hacer del trabajo fuente de saber y de ofrenda. La costumbre la denomina sencillamente “La Cantera”, imagen que representa inicios y nacencias.
Carnavales y comparsas se reparten en la idiosincrasia de Tapaste, donde también las tareas primigenias de la agricultura y la ganadería son sellos de identidad. Sus centros universitarios y científicos, conjugan en tiempo de Revolución esas tradiciones culturales, de búsquedas y de faena interminable. El nombre de sus héroes circunda la memoria, y algunos, como el insigne mambí Cecilio Armenteros llega a ser topónimo y referencia.
Cumple 227 años Tapaste, pero la historia sigue siendo joven si los muros reclaman todavía investigaciones, si aún persiste el mensaje que se origina bien al sur de nuestros pasos.