Este hombre grandote y humilde provocó en mis padres desde la pequeña pantalla del televisor emociones tan fuertes que los hacían estallar de alegría. Y es por eso que siempre vienen a mi mente aquellos momentos cuando tenía que pelear Stevenson contra cualquiera de sus contrincantes.
Yo tampoco me perdía ninguna de las peleas. Gozaba al mismo tiempo que ellos con las victorias de Cuba en los torneos boxísticos que eran trasmitidos y que paralizaban la vida de los cubanos en aquellos tiempos.
La imagen más recurrente que tengo de Stevenson sobre el cuadrilátero es avanzando sobre el rival y noqueándolo en segundos.
Su nombre compuesto era Gonzalo Teófilo y su fama data de su desempeño en Múnich que lo hizo merecedor del título olímpico con 20 años por destrozar a «La esperanza blanca», como llamaban a DuanneBobick, y por renunciar a un millón de dólares diciendo que no los cambiaba por el cariño de su pueblo.
Tenía tanta generosidad en su corazón como fuerza en sus puños. Su entrenador Alcides Sagarra a veces le reñía: «Oye, el contrario no es para acariciarlo con los guantes, es para pegarle».
Fue el segundo atleta de la historia en lograr ser triple campeón olímpico en boxeo. Y su talento lo llenó de muchos más reconocimientos que son conocidísimos por los cubanos, que lo llevaremos siempre en el corazón.
Entre los grandes amigos de Stevenson hay sobre todo dos de los que él se enorgullecía públicamente: Fidel Castro y aquel que pudo ser su más enconado rival: Muhammad Alí fallecido recientemente.
En mi memoria surge el rostro de Stevenson como un hombre que simboliza nobleza y fuerza, humildad y desafío, pero que además es representante de identidad nacional porque quién que es cubano no admira a ese gigante de los puños que levan
tó del asiento a miles de espectadores?
De aquellos años recuerdo además el empeño de los muchachos que querían imitarlo y que lo veían como un ídolo. Abundaban las peñas de fans como existen hoy las de pelota y de futbol.
El protagonismo de Stevenson en el boxeo quedará para siempre como uno de los más auténticos momentos del deporte cubano.Es él una leyenda viva. Fatalmente vivió unos pocos 60 años.