“El cariño es la llave del mundo. Y el odio es un estercolero.” El odio canijo ladra. y no obra. Solo el amor construye.”
José Martí
El odio nunca será buen aliado. Con ese sentimiento no se emprende ni gana batalla, solo se aviva una manifestación extrema de resentimiento, maldad y animadversión.
El respeto a la diferencia es el respeto a sí mismo; podemos estar en un mismo lado, compartir un mismo espacio pero pensar diferente y eso no implica ofensa.
Vivimos un tiempo extraño, donde algunos aplauden el acoso, una guerra silenciosa que grita ferozmente y arremete sin tregua contra los blancos elegidos.
En medio de todo ese panorama que viste a este planeta que habitamos, esa tierra de todos urgida también de amparo, está Cuba, en medio de una crisis que azota sin tregua y en medio de la fuerza de los que quieren empinarla, de los que insisten en que se haga próspero el camino.
El odio anda suelto, buscando aquí y allá donde dejar un poco de veneno, no importa a qué costo, no importa que tinte con estiércol la esperanza, no mide raíces, no mide consecuencias solo su afán enfermizo de aplastar aquello que no comulga.
El amor ha de ocupar mayores espacios, ha de tocar la mente de todos para que fructifique la obra de cada día, para que aun, por encima de carencias, surta la frase cortés que anime y sostenga.
El amor ha de apropiarse de cada idea para que pulcra ilumine, ha de alojarse en todos nuestros encuentros, en la reunión planificada, en la imprevista, en esa necesaria hoja de ruta para impulsar ideas fértiles a favor de la patria.
El odio no puede seguir ganando terreno, servil y desmedido escupe lava sobre lo que no acepta pero, no puede aniquilar la melodía que canta a la paz y la esperanza.