Mi ciudad, esta donde hoy habito, San José de las Lajas, se empina en el esfuerzo cotidiano de sus hombres y mujeres, en esa suma de fuerzas y saberes que reclama de todas las voluntades para salir adelante, en esa máxima humana de inscribirse en grande en su condición de capital de Mayabeque.
Aquí los amaneceres pueden ser o no apacibles, pero cada salida del Sol anuncia una nueva jornada que describe la vida misma, en la que divinas rutinas como la asistencia a clases de manera diaria, el compartir con un vecino un buchito de café, el estar presto para auxiliar al que lo necesite forman parte de la naturaleza de esta municipalidad.
Esta ciudad, con vestigios de una arquitectura abrazada al pasado revelador del más exquisito gusto y con la novedad que hoy imprimen los pobladores de este tiempo, sobresale como genuina estampa que clama por mayor cuidado y preservación de esas huellas imprescindibles que también son historia.
Mi ciudaddespierta cada díacon la perspectiva de ser mejor que ayer, en esa máxima van desvelos, consagración, sueños, también una cuota de sacrificio, imprescindible para convertir las quimeras en realidades.
A mi ciudad San José de las Lajas,el encuentro bonita, me resulta con rostro adolescente aun cuando cumple este día 228 años; tal vez es esa mirada que la sabe en desarrollo, en franco camino para mejor, en esa etapa en que acicalarse propiciará siempre una imagen más llamativa.
Mi ciudad, esta en la que no nací pero habito celebra hoy más de dos centurias, y créanme, anda por la mocedad.