Desde este lunes 12 de octubre Cuba, a excepción de las provincias Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y La Habana, se encuentra en la etapa de la nueva normalidad. Esta expresión ha generado, ineludiblemente, un estado de opinión en la población. Muchos cuestionan el término desde la semántica preguntándose, ¿cómo puede volver todo a la normalidad luego del impacto que ha tenido la pandemia de la COVID-19?
Este nuevo periodo restringido de convivencia con el virus SARS-Cov 2, es lo que a nivel global se nombró “nueva normalidad”. Ella expresa la necesidad de avanzar hacia otra etapa de la pandemia, donde podamos implementar medidas de control menos restrictivas.
En esta fase se restablece en el país la actividad económica y los servicios bajo un estricto control epidemiológico, teniendo siempre como principal prioridad la protección y el bienestar ciudadano.
Durante la misma, se mantendrán medidas que son esenciales para el control de la enfermedad como son el uso obligatorio del nasobuco, el lavado frecuente de las manos, el incremento de la desinfección de superficies, la autopesquisa, el distanciamiento físico y la incorporación de nuevas formas de demostración afectivas.
Así mismo se incluyen un número importante de medidas de gran relevancia. Los contactos de casos positivos y sospechosos ingresarán en sus domicilios, mientras que los centros de aislamiento acogerán a quienes no puedan guardar cuarentena en casa como los ancianos solos.
Se mantiene el reinicio del curso escolar en noviembre. Se retorna a la normalidad en los centros recreativos. También todos los viajeros tendrán que hacer una declaración jurada de su estado de salud, por solo nombrar algunas.
La nueva normalidad no es un eslogan o campaña promocional, significa un nuevo estilo de vida que demanda un mayor grado de disciplina y responsabilidad a favor de la salud individual, que es también cuidar de la salud de los que nos rodean.