En estos momentos de profundo dolor que trasciende a la historia de Cuba, cuando despedimos a nuestro querido Fidel, con solo un hasta siempre cabe recordar su tenacidad, despliegue de trabajo revolucionario incesante, su consecuencia y moralidad a toda prueba, a pesar del permanente asedio que los asesores de “inteligencia” del Imperio del mal (USA), han gastado para manchar su imagen.
En medio de las peores crisis, como el feroz bloqueo económico que ordena Estados Unidos, la caída de los Socialismos reales europeos, los intentos de invasión de cada década, los intentos de asesinato, de comprar conciencias de los traidores de siempre, de intentar reflotar una despreciable “oposición democrática”, Cuba, bajo la conducción certera y aguda de su líder, fue capaz de sortear todos los escollos para seguir de pié dando una luz de esperanza para los revolucionarios de todo el mundo.
Y es así como siempre debemos recordarlo, sin tristezas, sin lamentación y si con orgullo. Privilegiados tenemos que sentirnos los cubanos por y con un alto sentido de pertenencia hacia Fidel.
En estos minutos de pena por su partida, llegó el momento de pronunciarse, de sacar la voz y el alma para agradecer a Fidel Castro Ruz por su enorme generosidad, su sacrificio personal, que fue capaz de entregar el bienestar propio para tomar las banderas de los más desposeídos, de los más pobres entre los pobres, no sólo de Cuba, sino del mundo, y enfrentar el odio más feroz que ha conocido la humanidad: el imperialismo norteamericano y sus lacayos.
Agradecemos a Fidel por la solidaridad con las luchas de los Movimientos de Liberación Nacional de América Latina, África y Asia que fueron apoyados material y moralmente para enfrentar y en muchos casos derrotar a los opresores locales.
Agradecemos a Fidel su solidaridad con los niños de Chernóbil, Ucrania, que fueron atendidos gratuitamente por el Estado Cubano luego del desastre nuclear que afectó a esa ex República Soviética.
Agradecemos a Fidel por la formación de Médicos para toda América Latina que hoy ya ejercen para atender a las poblaciones sin salud de ese continente.
Querido Comandante, amado Fidel, vives en el corazón de este pueblo que te pertenece por derecho propio por todo tu ahínco y dedicación, por tus abrazos, por tus manos infinitas que pueden tocar la tés de la infancia adentrándose en el alma de las niñas y niños que han crecido bajo tu regazo. Adiós no es la palabra, te quedas perenemente atado al presente para vivir definitivamente en el futuro.