Desde muy temprana edad Ana muestra inclinación hacia los deportes de combate, pero en parte de su familia encontró barreras.
A ella le afectó mucho la intransigencia de su padre; él deseaba que su niña incursionara en especialidades más afines a la mujer como el ballet, la música, la medicina u otras.
Esta actitud es causa principalmente de los estereotipos y patrones culturales que marcan condicionantes en las niñas desde la infancia donde las muestran más débiles y con menor capacidad para enfrentar esos retos.
En la actualidad la mujer avanza en muchos sectores y el deporte es uno de ellos, actividad donde tienen su propia identidad y logran verse como lo que son féminas bellas y talentosas.
Mucho tuvo que batallar Anita para convencer a su papá, lo logró gracias al apoyo de su madre y su tía Luisa y hoy forma parte del equipo de Yudo de su localidad y con solo diez años ya destaca en eventos municipales y provinciales.
Con todos esos resultados ella demuestra a su padre y a aquellos que tienen dudas que las mujeres eligen el deporte como actividad propia y manifiestan así que en ese campo tradicionalmente masculino también pueden desarrollarse.