Presencias y ausencias: imprescindibles e imperdonables

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Por Maricel González Suarez

Vivimos un tiempo difícil, no es secreto, es la realidad de la mayor de las Antillas, esa que nos descubre a diario resueltos a ganar la partida, marcada por carencias, excesivos precios, salarios que a ciencia cierta no satisfacen las necesidades pero, decididos a no desplomarnos, como decimos en buen cubano.
A esta realidad se suman presencias y ausencias que también signan cada jornada. Una visita obligada y no planificada a instituciones de la salud de San José de las Lajas (Hospital Leopoldito Martínez y Policlínico Rafael Echezarreta) me permitió apreciar el desempeño de jóvenes galenos: diestros, afables y sensibles.
En todos los que conocí el domingo sobresalió la profesionalidad manifiesta en sus conocimientos, en las explicaciones ante cada duda o preocupación, en los consejos dichos de buena manera y repetidos en caso de no entenderse y eso, en medio de este tiempo difícil, en que las instituciones de Salud Pública sufren también carencias, es un rasgo de la presencia imprescindible.
A la par de esa realidad se suma otra que pulula ya con preocupante naturaleza, y es en ocasiones el irrespeto a ese momento privado en que médico o enfermera están en plena atención al paciente. Alguien entra sin pedir permiso, alguien interrumpe, y lo peor alguien hasta entabla una conversación que para nada importa al enfermo.
La cultura del detalle, es una urgencia. Preservar lo realmente bueno y multiplicar su esencia es primordial, constituyen esas presencias imprescindibles que tanto aportan que el país pueda avanzar.
Por otra parte, las ausencias que tanto laceran, no solo me refiero a lo material que escasea o sencillamente no está, me refiero también a lo que éticamente no podemos renunciar, y en ocasiones falta: el respeto a esos espacios en que un paciente es atendido.
Presencias y ausencias, una realidad con la cual convivimos y de la que debe extraerse la mayor experiencia para hacer este tiempo más llevadero desde la perspectiva de pensar como país, desde la prédica martiana: “Con todos y para el bien de todos.”

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