Nuestro José Martí

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Cada 28 de enero renace el más universal de los cubanos, el hombre de La Edad de Oro, quien amó con tanta pasión a la patria que a ella dedicó la mayor parte de su vida. Ese José Martí nuestro, de los que aman y fundan, de los que cultivan la amistad para hacerla eterna.

Con el apóstol siempre me descubro en deuda, su obra inspira,  calma la sed del saber, nutre cual alimento esencial para llevar estos días en pugna entre odiadores y quienes deciden por la paz y el equilibrio. Martí es indispensable, su obra  nos pertenece como un  tesoro que todavía debemos aprender a cuidar.

Cuidarla, va en la manera que nos apropiemos de sus enseñanzas, de los valores tatuados en cada página de la historia, donde el ideólogo, el poeta, el periodista, el hombre que amó y vislumbró los peligros que asechaban a su patria, inscribió su legado en la eternidad.

Nuevamente la Covid impide las celebraciones tradicionales por su natalicio. No habrá desfile infantil pero, los que saben amar marcarán desde la más pura ternura el respeto hacia el hombre que dejó los más apropiados consejos para ser felices y buenos seres humanos.

“Las niñas deben saber lo mismo que los niños, para poder hablar con ellos como amigos cuando vayan creciendo; como que es una pena que el hombre tenga que salir de su casa a buscar con quien hablar, porque las mujeres de la casa no sepan contarle más que de diversiones y de modas (…) Lo que queremos es que los niños sean felices, como los hermanitos de nuestro grabado; y que si alguna vez nos encuentra un niño de América por el mundo nos apriete mucho la mano, como a un amigo viejo, y diga donde todo el mundo lo oiga: «¡Este hombre de La Edad de Oro fue mi amigo!” (Prólogo de La Edad de Oro)

La elegancia del vestido,-la grande y verdadera,-está en la altivez y fortaleza del alma. Un alma honrada, inteligente y libre, da al cuerpo más elegancia, y más poderío a la mujer, que las modas más ricas de las tiendas. Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro, y quiere disimular lo poco. Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada: se sabe hermosa, y la belleza hecha echa luz.”(carta a María Mantilla)

Al igual que la Generación del Centenario, corresponde a todos perpetuar su memoria; en el decoro, el respeto, la solidaridad, el humanismo y el amor que nos habite están las pautas para que renazca hoy y siempre nuestro José Martí.

 

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