Cada 19 de mayo me descubro escribiendo sobre José Martí y siempre me pregunto qué no habré dicho ya del más universal de los cubanos, del hombre de La Edad de Oro, del creador del periódico Patria, a quien recurro en cualquier mes del año.
Martí escribió ayer para hoy y mañana y eso se percibe cuando nos detenemos en su obra, ese acertado legado, pleno de valores y significados, de caminos y razones, de principios y lealtad, también de mucho amor.
Solo vivió 42 años, y tanto ocupó su vida, que una se resiste a pensar cómo encontró acomodo para sus días y noches, si su huella está en la razón, en el amor indetenible a Cuba, en su mirada serena y humanista hacia los más débiles.
Martí escribió de tantísimos temas importantes y, en cada artículo se hizo la luz para la denuncia valiente, para el juicio certero, para la advertencia ante peligros inminentes, también para el elogio mesurado, para la crónica vital que distinguió de manera depurada realidades, penas y esperanzas.
En el apóstol, como también se le reconoce, está de manera permanente un valor que enalteció hasta el final de su vida: la amistad; su carta inconclusa del 18 de mayo de 1895 a Manuel Mercado es un ejemplo fehaciente:
“Mi hermano queridísimo: ya puedo escribir: ya puedo decirle con qué ternura y
agradecimiento y respeto lo quiero…”
Siempre leo su carta inconclusa y me detengo en la más sublime declaración de lealtad y compromiso:
“…Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y
como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de
proclamarse en lo que son levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas
el fin…”
Otra razón para admirar al más universal de los cubanos, una divina enseñanza para este y todos los tiempos porque como bien dijo: “La amistad es el crisol de la vida”.
Cada 19 de mayo me descubro escribiendo sobre José Martí y siempre me pregunto qué no habré dicho ya del más universal de los cubanos y, no se trata de lo que no he dicho, se trata de lo que aún me falta por aprender del maestro
