Cuando se hable de consagración y amor al trabajo es imprescindible hablar de Magda Pear, una enfermera jubilada con 50 años de labor ininterrumpida, que atesora importantes pasajes de la historia que la supieron presente y dispuesta.
Exigente y estricta, celosa guardiana de cada tarea y la primera en toda actividad son rasgos que distinguen a esta mujer, hacedora de hechos cotidianos, esos que la reconocen activa, incorporada al trabajo, porque su energía no entiende de la quietud.
Al Hospital Leopoldito Martínez dedicó la mayor cantidad de años de labor, período en el que también asumió la superación en otras instituciones de la salud en la capital.
Para ella no cuentan los obstáculos, porque hacer realidad cada meta y cumplir con cada misión otorgada por la dirección de salud y el partido, son suficientes razones para poner a prueba su firmeza.
Siempre está tras los detalles, como quien pretende abrazar instantes, sucesos que permitan mayor unidad.
Así el barrio la sabe altruista, cuenta con ella para la ejecución de una actividad, para la caldosa de cada septiembre, la celebración del día internacional de la mujer y las actividades dedica das a los niños, pero también para la visita a cualquier enfermo, o sencillamente para cualquier novedad.
Magda, esa mujer de pequeña estatura, incansable, ágil, modesta, hoy es una mujer jubilada, pero no retirada, ella siempre será enfermera, así pactó su vocación con el trabajo partidista al cual dedica ahora sus esfuerzos.
Este día también es suyo y la hace acreedora su formación y amor a la enfermería, son estas protagonistas que pueblan el día a día en San José de las Lajas con una máxima común: Hacer el bien.