La vida puede ser bella

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“Cuando habla un joven, el alma recuerda donde se enciende su vigor. Cuando habla un anciano,el alma descansa, confía, espera sonreiría si tuviera labios, y parece que se dilata en paz”.

José Martí.

La vida es una escena donde a diario nacen experiencias, en ella fructifica el hacer de hombres y mujeres a través de distintas etapas que dejan sus huellas como testigo fiel de su paso por este camino cotidiano.

En esa mayoría de años que deja sus huellas en el rostro, la piel y el alma va la experiencia devenida lecciones, va la paz y la calma, quizás otra manera de apreciar la vida, también de querer y entender.

Envejecer da cierta prioridad al análisis y también a la razón, se escucha y se necesita ser escuchado y he ahí donde la familia no debe perder la perspectiva de prestar más atención a los adultos mayores.

Los Círculos de Abuelos, la Casa de abuelos y la Universidad del Adulto Mayor muestran importantes resultados en la atención a la tercera edad, los cuales evidencian más optimismo, inclusión y voluntad para enfrentar las dificultades.

Envejecer no es sinónimo de enfermedad, aunque en el envejecimiento aparecen dolencias; envejecer no significa estar apartado, compartir solo con los de su edad; envejecer es una etapa para la cual ha de prepararse el ser humano desde temprana edad porque llegar es todo un privilegio.

En ocasiones por la manera apresurada en que vivimos nos limitamos al saludo rutinario, a seguir de prisa y no detenemos el paso para conversar con quien quizás espera de nosotros más que el saludo.

La calidad de vida no solo para los que transitan por la tercera edad, sino para todos, depende también de la capacidad que tengamos de comprender y apreciar cuanto nos rodea, de cuan sensibles seamos, del humanismo que nos arrope, todo ello puede hacernos mejores personas y ser bueno es una forma de lograr que la vida sea bella.

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