La vida está dura pero…

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caricatura Martirena. publicado Cubadebate

-Señor, buen día, ¿qué precio tiene el aguacate?

-Estos a 50 y estos otros a 60.

-¿Y de dónde son esos aguacates? De dónde vinieron?

-Del patio de mi casa, además son aguacates Catalina, los mejores, mucha masa, poca semilla.

-¿De la misma mata?

-No, qué va tengo 5, aunque esta vez una se quedó remolona y me ha dado menos de lo que esperaba

-Entonces, si son  de primera mano, como se dice, ¿por qué venderlos tan caros?

-Porque la vida está dura, todo está caro, muy caro y hay que lucharla.

Este diálogo puede ocurrir en cualquier lugar, pero fue en San José de las Lajas, donde los productos que se venden parece que proceden de Alaska y cada día sus precios son infartantes.

La situación económica que enfrenta Cuba, crisis que a diario tatúa este tiempo y a cubanas y cubanos, aunque no a todos de la misma manera, también muestra lo mejor y peor del ser humano;  es así, no se trata de algo nuevo.

Te encuentras a personas solidarias que extienden la mano al más necesitado y también a aquellos, que con el alma y  el sentimiento nublados se suman a la marea de “lo que anda” subir precios, ganar más y la justificación es que “hay que lucharla”.

Lo mismo un “bicitaxero” te pide 120 pesos por una carrera que antes costaba 20, que encuentras otro que no te acribilla y cobra lo razonable, pero eso es algo que al parecer no tiene solución, porque cada quien pone precios cada vez más altos y lo que queda es: lo compras o no lo compras.

Ponerse en el lugar del otro, pensar como país me resultan frases que no siempre son escuchadas desde el corazón. Por la televisión vemos con agrado a productores que cuentan lo que hacen a favor de Cuba para que avance y, me pregunto, ¿cómo sería la historia si todos decidiéramos pensar al menos de manera solidaria, no signados exclusivamente por el dinero, o mejor dicho por la manera desenfrenada de ganar cada vez más.

Si quien vende los aguacates, sus aguacates, los vende a precios más considerados, también los que venden boniatos, guayabas, melones, malanga, etc, etc, tocaría menos el malestar y a menos a la billetera que se desfalca cuando de ella tienen que salir los honrados billetes devengados en un mes, que también deben responder por otros servicios como la electricidad, el agua, y el sustento de todo en el hogar, sin contar que ningún  miembro de la familia enferme.

Hay que luchar sí, pero creo que también es preciso luchar por ser mejores seres humanos; por ser más óptimos en lo que hacemos, por ser más creativos, más éticos, más suficientes.

Que la situación está difícil es verdad, muy difícil, de truco digo yo, porque hay que ser mago para conformar el menú de cada día, para soportar los apagones y tratar de entender lo que no siempre entendemos de la situación  energética, porque es insoportable ir a cualquier lugar porque sabes es una millonada lo que cuesta.

Hoy ir  a un hospital resulta invertir solo por concepto de alquiler de transporte 2000 pesos y más pero, subsiste una cadena cuyos eslabones tienen  como una especie de slogan “cobro caro porque la vida está dura”, y ahí comienzan las explicaciones: porque pago caro al que vende aguacates y este a su vez dice que paga el pan caro, y el que vende pan dice que paga los ajos como si fuera carne de cerdo y el que vende carne de cerdo… pues la vende como le da la gana y que la compre el que pueda.

A esta historia cotidiana, de la que cada quien es parte, le urge una dosis de sensibilidad, una campaña masiva de amor al semejante, que ayude a pensar y actuar desde el corazón no movidos por la ganancia que se pueda multiplicar en medio de la crisis, como versa ese refrán “A río revuelto, ganancia de pescadores”.

A la par de cuanto estamos viviendo, resulta satisfactorio saber de la reanimación de comunidades que bien lo necesitan y la atención a personas vulnerables, pero hay más en nuestro barrios, hay problemas que se han envejecido sin solución, todavía la basura sigue haciendo de las suyas marcando un protagonismo que no merece y algunas fosas constituyen esos manchas que no han sido anuladas, por solo citar dos ejemplos.

La vida está dura sí, pero NO se debe multiplicar esa dureza desde el afán de ganar más a consecuencia de lo que estamos viviendo.

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