Desde la época de la manigua, en los campos de Cuba libre, la mujer fue protagonista de innumerables actividades. Acompañó al hombre, lo atendió y apoyó para consignar un período importante de la independencia de la isla. En ese entonces se verificó a una mujer decidida, valiente, dedicada y amorosa. También desde esa estación cosechó la admiración y respeto que hoy la distingue.
Con el de cursar del tiempo, la mujer cubana potenció su presencia. La clandestinidad y la sierra, significan el nombre de cubanas tan valerosas como sus compañeros. Desde el triunfo revolucionario de 1959 y con la presencia de Vilma Espín y Fidel Castro, la mujer cubana invadió todos los sectores de la economía y los sociales, ocupa importantes cargos en el orden político y hasta encaminan nuestra sociedad.
Al hablar de la mujer cubana, se sabe de sapiencia, sensibilidad, altruismo y hasta se les denomina el taller natural de la vida. No hay sonrisa superior a la del sexo femenino, porque ella vislumbra un futuro en el que la alegría y devoción van de la mano.
Hoy se destacan como obreras, científicas, agricultoras, artistas, dirigentes, médicos, deportistas y maestras; todas orgullosas de gozar de una igualdad imponderable. Sin lugar a dudas, somos el bálsamo de la vida.
La mano de mujer ensalza cualquier faena posible, porque su rostro garantiza firmeza y seguridad.