La lucha por la inclusión social de las cubanas y por sus derechos se hospeda en la historia de la nación y se remonta al año 1923, cuando aconteció un hecho trascendental en Hispanoamérica: el Primer Congreso Nacional de Mujeres efectuado en La Habana.
Fue entre el primero y siete de abril de ese año que se reunieron en La Habana alrededor de doscientas mujeres quienes inauguraron el Primer Congreso Nacional de Mujeres Cubanas.
Resultó una cita de gran importancia al ser la primera de su tipo en realizarse en Cuba y en América Latina, iniciativa de la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba; sin lugar a dudas fue un punto de partida para el desarrollo del feminismo en la mayor de las Antillas.
Según estudiosos, el Congreso constituyó uno de los sucesos más significativos del movimiento de reforma social iniciado en la década de los años 20, y sentó las primeras bases para la lucha organizada del sector femenino por sus justas reivindicaciones.
Según los historiadores aquel Primer Congreso Nacional de Mujeres tuvo un carácter amplio y en los debates las delegadas mostraron el pesar de los prejuicios y convencionalismos sociales en las mentalidades de muchas mujeres.
En pleno siglo XXI la lucha por la inclusión no ha concluido, aunque existen resultados; baste señalas que, en el Parlamento, las cubanas ocupan el 53,22% de los escaños; y son el 50,3% de los dirigentes del Estado y del Gobierno.
En el empleo, representan el 49% en el sector estatal civil; más del 80% tienen nivel medio superior o superior. Constituyen el 70% de los jueces profesionales y fiscales; el 53,5% en el Sistema de las Ciencias, la Innovación y la Tecnología y el 69,6% en el sector de la salud pública.
El camino recorrido muestra el hacer de la Federación de Mujeres Cubanas porque cada día sea mayor la inclusión, en ello también va la perspectiva de enfrentar los prejuicios y lograr un mayor protagonismo sin distinción de sexo, donde primer la igualdad y el deseo de crecer desde dentro.