Atractiva, cautivadora llega este día a sus 499 años La Habana, esa capital que enamora y desde la mayor de las Antillas se erige a pesar del tiempo como una auténtica ciudad que no permite ser olvidada.
Cada espacio en ella es imprescindible a la memoria, inspiración para poetas, motivo para canciones apasionadas, razón para imágenes que han trascendido a través de épocas para perpetuar su encanto.
Un aire especial respiran los que por vez primera llegan a ella, antes con la sublime instantánea en blanco y negro frente al Capitolio, hoy con la ansiedad de atrapar cada instante de esa urbe habitada también por automóviles antiguos que la hacen exclusiva ante los foráneos que terminan conquistados y prendados a su belleza.
Quienes no nacimos en La Habana y la vida en algún momento nos trajo a ella encontramos un amasijo de pretextos para amarla, llevamos en el corazón el amor de juventud, la meditación que más de una vez nos descubrió en el malecón abrazando el mar, las actividades estudiantiles que nos supieron enérgicos y altruistas…
La Habana está de cumpleaños, y a pesar de las huellas de ese mucho tiempo vivido, conserva su encanto, cierto embrujo que tatúa para la eternidad su impronta en el alma de los que la conocen y jamás pueden borrarla de su corazón.
Este 16 de noviembre, de fiesta está la capital de todos los cubanos, desde hoy comienza una marcha hacia el medio milenio de su fundación, y más allá de los días que están por llegar para ese trascendental acontecimiento están todas las razones que nos asisten para cuidarla, amarla y escribir su historia, esa que cada día fraguamos junto a sus naturales los que no nacimos en ella pero de algún modo la habitamos