Julio Antonio Mella: fidelidad cultivada

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Evocar a Julio Antonio Mella cada 25 de marzo (día de su nacimiento), o los diez de enero (cuando cayó abatido por sicarios machadistas en una calle de la capital mexicana), no deja de ser un acto puramente formal y reduccionista de su pródiga existencia.

Mella encarna como pocos casos en la historia a la cultura de la fidelidad. Le hacemos un flaco favor al inolvidable líder estudiantil, cuando no decimos que por su huelga de hambre como protesta contra su injusto arresto, fue severamente sancionado por el Partido Comunista que él mismo fundó. Es tarea de los historiadores buscar las fuentes de ese estoicismo fiel de Julio Antonio.

Tal vez fue un ejercicio en el hogar: como hijo tenido por el padre fuera del matrimonio, Mella fue despreciado por sus medio hermanas. De infancia mártir calificó a aquellos años. Luego el odio se hizo frontal, cuando la policía convirtió en blanco al hogar de los Mella por la actividad revolucionaria del joven.

La rebeldía comenzaría a cristalizar tal vez desde su propio nombre. En su condición de hijo natural, vino al mundo el 25 de marzo de 1903 con el nombre del padre y el apellido de la madre: Nicanor McPartland. Luego decidió ser Julio Antonio Mella, una definición que se afirmaba en la raíz de la familia, sin renegar de ella.

Cuando sus camaradas comunistas lo excomulgaron, tampoco renegó. Tampoco lo hizo en Moscú, donde también fue víctima de envidias y de miserias. El tirano Gerardo Machado había afirmado que lo mataría, fuera adonde fuera. Algunos quisieron que Mella quedara en la capital soviética, trabajando en el frente sindical de la Internacional Comunista para salvarle la vida, pero la gente de Vittorio Codovilla, el famoso dirigente de los comunistas argentinos, hizo hasta lo imposible para que Julio Antonio regresara a América.

Los historiadores cubanos Froilán González y Adys Cupull, tienen la documentación más completa sobre Julio Antonio Mella, pero en la memoria, y sobre todo en la vocación perenne, ha de estar el joven que jamás dejó de ser lo que fue, fidelidad cultivada, a pesar de los pesares.

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