El chavismo se ha alzado con una contundente victoria electoral este 10 de diciembre, arrasando frente a todas las organizaciones políticas que se midieron contra el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y otros partidos de la coalición Gran Polo Patriótico (GPP).
En su primer boletín el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció la participación de 9 millones 139 mil 564 de votantes, un 47.32% de los registrados en el padrón electoral. Aunque al momento del anuncio no se habían definido los resultados de varios municipios del país, se habían transmitido un 97.02% de las actas de escrutinio que le adjudicaban al chavismo más de 300 de los 335 municipios que fueron a medición en esta justa electoral. Como otro dato relevante, el chavismo también ganó la gobernación de Zulia, el estado demográficamente más importante del país, cuya elección tuvo que repetirse.
En un primer análisis sobre estos resultados es oportuno analizar un conjunto de factores:
1. Seguidilla triunfal del chavismo: Desde finales de julio de este año hasta el 10 de diciembre, un lapso de 140 días, se han efectuado tres procesos electorales en Venezuela: las elecciones a Asamblea Nacional Constituyente, elecciones de gobernadores y estas elecciones municipales. En estos tres procesos el chavismo ha remoralizado y repotenciado su poder de convocatoria electoral alzándose con claras victorias. Este no es un dato menor, entendiendo que la narrativa antichavista dentro y fuera de Venezuela señalaron con consistencia al chavismo de no querer medirse electoralmente.
2. La paz política y los votos: No deja de ser relevante con estas elecciones el desarme de las aspiraciones de empujar a Venezuela a un conflicto civil patrocinadas por el antichavismo. El poder del voto como arma política ha logrado contravenir la imposición de la violencia que desestabilizó a Venezueladurante el 2017. Sobre este aspecto en particular, el presidente Nicolás Maduroha sido sumamente insistente en buscar vías electorales para impedir que la violencia descarnada que ha deteriorado el tejido político y social del país, se convierta en un escenario único y catastrófico.
3. El apresto electoral del chavismo: El chavismo nuevamente puso a prueba sus capacidades de convocante y movilizador electoral consagrándose como una indiscutida fuerza motriz, muy difícil de derrotar, aún en tiempos de adversidad económica y social. Esto implica que el capital político del chavismo no se ha sedimentado. Este resultado infiere, además, que se ha reafirmado la identidad chavista así como el uso cada vez más eficiente de sus estructuras de movilización. También es apreciable acorde al comportamiento electoral desde importantes capas sociales, que en Venezuela el contexto económico no tiene un impacto directamente proporcional en el hecho político, aunque sí condicione el clima de una elección, en apariencia de segundo orden, como las municipales.
4. Se descolocan nuevamente algunas estadísticas: Sucesivamente la oposición venezolana y particularmente Julio Borges y otros dirigentes del antichavismo, han insistido incluso hasta el mes de noviembre que el rechazo al chavismo es igual o superior al 80% de la población. Las cifras de participación electoral y los resultados que colocan al chavismo como holgada mayoría política dejan sin asidero matemático estas afirmaciones, base fundamental de la propaganda de medios internacionales de gran audiencia y de las sanciones de gobiernos extranjeros.
5. ¿Ganó la abstención? Ciertamente la participación del 47.32% del registro electoral deja, como pocas veces ha ocurrido en tiempos de chavismo, una abstención superior al 50%. Este será un elemento empleado por la narrativa antichavista para deslegitimar los resultados y la vitalidad del sistema político venezolano. El precedente electoral más negativo fue en las elecciones parlamentarias de 2005 cuando el antichavismo se retiró de las mismas y la participación fue de 23%.
Estas elecciones municipales fueron atípicas, en el sentido de que no se realizaron conjuntamente con las elecciones a gobernadores, lo que también debilitó el poder de convocatoria de las organizaciones participantes. Las últimas elecciones de carácter regional que tuvieron más baja participación en Venezuela fueron las regionales de 2012 con 52,85%. Para los estándares electorales venezolanos en esta elección la participación relativamente baja, pero es superior a los estándares de elecciones mucho más relevantes en otros países latinoamericanos cuyas “democracias saludables” no reciben presiones y sanciones desde los grandes centros de poder global. El caso más emblemático nos viene de Chile, donde a mediados de noviembre se realizaron elecciones presidenciales, parlamentarias y regionales, unas mega-elecciones, y la abstención fue de casi 55%.
6. Las capitales: El chavismo se alzó con al menos 20 de las 24 capitales de estados del país, incluyendo el Distrito Capital, Caracas. Ganó municipios entre los más densamente poblados del país (Maracaibo, Barquisimeto, Puerto Ordaz, Valencia, Sucre -Miranda-, entre otros) y se alza en ciudades emblemáticas de distintos estados, profundizando su alcance político en ejes territoriales que no conocían victorias chavistas en municipales desde hace años.
7. Persiste la polarización: El chavismo y los partidos políticos de la oposición siguen siendo los dos sólidos pilares de la confrontación electoral en Venezuela. Los resultados electorales diluyeron toda aspiración política a candidaturas opositoras independientes y otras que se denominaron chavistas al presentarse en paralelo. En el caso de este segundo grupo, no lograron mellar significativamente el apoyo de la base chavista al PSUV y se consolidaron como un fenómeno de chavismo disidente con presencia digital (en medios digitales y redes) más que como fuerza política real y convocante. El caso más significativo fue la victoria de Erika Farías en la Alcaldía Bolivaria de Libertador con un 66,17% de los votos (491.328), lo que despejó las incógnitas sobre si la candidatura Eduardo Samán, por fuera del PSUV, podía disputar buena parte de la masa electoral del chavismo caraqueño.
8. La gestión en la coyuntura: Un elemento convocante y movilizador del chavismo en estas elecciones ha sido la capacidad de respuesta de gobierno central en el marco de coyuntura económica actual. Pese a no controlar la escalada de precios en productos básicos, la gestión política y económica del Gobierno se focalizó en eficientar mecanismos de protección mediante el CLAP y el Carnet de la Patria, con el objetivo de focalizar los programas sociales y atender a la población ante una vorágine especulativa diaria. Este sin lugar a dudas un factor movilizador del voto chavista.
9. El chavismo sí derrotó a la oposición: Antes de estas elecciones 3 partidos de los 24 que integran la oposición venezolana decidieron no ir a municipales: Acción Democrática, Primero Justicia y Voluntad Popular, organizaciones que se autodenominan como las más importantes. Con ello intentaron crear la percepción de que el chavismo iba solo a estas elecciones. No obstante, la inmensa mayoría de sus dirigentes locales se ubicaron en tarjetas de otros partidos y participaron sin camuflarse en esta contienda, improvisando alianzas con otras organizaciones y también contando con los recursos logíticos y financieros de sus aparatos, que en teoría estaban fuera de la contienda. El resultado de tan fatal estrategia fue una presentación ambigua de los abanderados políticos opositores frente al electorado.
10. División en el antichavismo: La falta de cohesión política de la oposición se ha hecho sentir, al punto de llevar a máxima expresión su desmembramiento táctico. En estas elecciones municipales fueron evidentes las divisiones del voto opositor entre varios candidatos opositores compitiendo por un mismo municipio. El fenómeno de fragmentación fue nacional y esto minimizó dramáticamente sus posibilidades. La lucha intestina en el antichavismo por aspiraciones personales de sus dirigentes hicieron imposible que se presentaran candidaturas únicas en la mayoría de los municipios, sacrificando con ello las aspiraciones de sus propios seguidores en ganar o mantener municipios para la oposición.
11. El factor abstencionista: El antichavismo sigue lidiando con los dramáticos efectos de su escalada violenta de este año, la cual fragmentó transversalmente a la oposición desde sus dirigentes hasta sus seguidores. Muchos seguidores de la oposición se han deslindado de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) por la violencia de 2017 al asociar a esa organización como políticamente inconveniente, pero paradójicamente muchos seguidores de esta coalición le han quitado el apoyo a sus dirigentes una vez que estos detienen sus actos desestabilizadores para dialogar con el chavismo para “busca garantías electorales”. Para este segundo grupo, altamente fanatizado por expectativas triunfales creadas, la MUD fue “domesticada” por el chavismo y ahora los asumen como “traidores”. La abstención opositora acrecentó las posibilidades del chavismo en muchos municipios.
12. El factor de gestión local: Muchos municipios en manos de la MUD han pasado a manos del chavismo, lo cual se explica también por el agotamiento de la MUD como referente de gestión local. Caso emblemático es el municipio Sucre del estado Miranda. La mala praxis política de alcaldes opositores, quienes se declaran “sin recursos” y han dejado derruir sus municipios para responsabilizar al Gobierno central, tuvo el desenlace de la “abstención castigo” de la base electoral antichavista. La MUD en espacios locales no es referencia real de un “cambio” y mejoramiento de las condiciones elementales de vida de la población.
13. La inercia de la depresión electoral: El antichavismo luce desmoralizado, políticamente desarticulado y claramente desmovilizado. Sobre las elecciones municipales pesó una sensación de malestar generalizado que se acentuó luego de las elecciones regionales de octubre. No se asumen convocados por sus dirigentes y están marcados transversalmente por la apatía política.
14. Finaliza el 2017: El Presidente Maduro ha sido presentado como principal abanderado del chavismo para las presidenciales del próximo año. Cierra el 2017 como el máximo estratega político, superando avatares inéditos y contra todo pronóstico. También consolida una amplia base social remoralizada, reorganizada y movilizada, luego de que el chavismo fuera señalado insistentemente como fuerza política al borde de la desaparición. Dicho de otra manera, son pocos los referentes que puedan compararse a semejante vuelco político en la historia reciente del país y Maduro lo ha logrado.
15. Presidenciales: La convocatoria a elecciones presidenciales queda a designios de la Asamblea Nacional Constituyente y a los diálogos que el chavismo sostiene con la oposición en República Dominicana justo por estas fechas. El antichavismo no ha consolidado un liderazgo visible que aglutine a sus fuerzas políticas con miras al próximo año, de hecho, el sólo asumir esta etapa de dialogo es causal de profundización de sus divisiones internas.
Al cierre
Los retos del antichavismo siguen siendo consolidar un liderazgo sólido y unitario, alcanzar mayores niveles de cohesión táctica y estratégica y por otro lado erigirse como una fuerza alternativa real, con proyecto de país. Es decir, factores que no lo han conseguido en 18 años o que sólo han aparecido breve e intermitentemente “unidos”, ahora tendrán que consolidar eso en tan sólo meses. Su única fortaleza real es una base social con gran descontento económico.
Para el chavismo los retos apuntan a la necesidad de restituir la gobernabilidad económica, eficientar los mecanismos de protección social, relanzar y blindar la relación entre la dirigencia del chavismo y sus bases, y por otro lado promover la identidad chavista para remoralizar más todavía su tejido político, el cual luce reanimado y articulado con las recientes victorias electorales.
(Tomado de Misión Verdad)