Desde el compromiso, la celebración

0
245

Corresponde a la nobleza, y sobre todo a la esperanza del mundo, tejer estas buenas horas en la casi anunciación de un día de juventud. Y son instantes concebidos conscientemente en su transcurrir, para que la creación audaz y transformadora exponga su discurso, diáfano, comprometido, convocante. En la prédica martiana, vibra la necesidad humana de asociarse, y el cuatro de abril sella en dos momentos de la historia el acto fundacional para andar unidos. Lo sabe la actividad, símbolo de juventud, y también la edad de oro, esa que cuenta como nadie de querencias y de corazón límpido.

A esta hora vienen las canciones y los poemas a asistir al buen día de abril. En ellos moran sueños, irreverencias, y hasta dudas existenciales. La sensibilidad se reparte en podios y en pistas, en la tarea de cerrar filas, intercambiar proyectos, y por qué notransformar al mundo. Guarda un hermoso simbolismo este instante de primavera, en que lo más generoso y entusiasta de Cuba, se reúne para esperar al cuatro de abril. Simbólico y optimista también, porque hasta el sujeto lírico se alienta con tantas flores en la camisa, como en aquel ya histórico poema, Canción, de Nicolás Guillén.

Celebrar quiere decir recuento, y es igualmente el minuto para repensar la obra de todos los días. No fue por gusto que la vanguardia artística de la juventud cubana, la Asociación Hermanos Saíz, se planteara revertir modelos de éxito entronizados en esta edad de promesas.

En otro momento del día, y sobre el tema en boga de las indisciplinas sociales que la costumbre atribuye siempre a una presunta juventud perdida, proponíamos ir a los estudios de campo sobre la cubanidad. Nada debiera arrebatarnos la alegría ni las razones por estas jornadas de abril, y eso se fundamenta con pensamiento, desde lo más hondo de nuestra historia. El propio Martí insiste desde su perennidad infinita, que la juventud ha de ir a lo que nace, a crear, a levantar.

Califiquenos

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Nombre