mgonzalez@enet.cu |
Concluyó el noveno congreso de la UPEC y no puedo decir que comienza una nueva batalla en el accionar del periodismo, continúa el andar de la prensa cubana ante el desafío de ser mejor, de dar luz y desalojar las sombras que restan credibilidad y confianza.
Lograr una sociedad mejor para todos y construir el socialismo del siglo XXI no es quimera, es perspectiva que requiere ante todo de unidad, consciencia y voluntad, de ahí que la perfección en el trabajo de cada día, no solo nos hará mejores profesionales, sino auténticos defensores del progreso.
Las sesiones del Cónclave recién concluido abrazaron en el debate el análisis al periodismo que exige este momento, más creo yo que el periodismo ha de ser fiel a su esencia siempre en toda época, como lo hizo José Martí en el siglo 19, como lo asumió Fidel en el periódico la calle, que no suavizó verbo para llamar por su nombre a cada quien.
No se trata de culpar a otros o a nosotros mismos con las insatisfacciones del hacer de nuestros medios, aclimatados por años a un estilo que merece la renovación, la originalidad, el avance en el conocimiento, inmediato, retador, consagrado, pero a la vez, hermoso, capaz de movilizar, pero a la vez capaz de sembrar la reflexión.
No se puede ser ecuánime, ni esperar mucho cuando la razón asiste, la inmediatez y la capacidad de mirar más a los problemas de adentro que a los foráneos, acentuarán la credibilidad y en eso falta ganar en estatura.
Concluye el noveno Congreso de la UPEC y es válido poner freno de una vez a los escollos que lastran el hacer de este arte, porque hacer periodismo también es arte, y los escollos se aniquilan con sabiduría, con voluntad, con la certeza de hacer por conciencia y no por mero compromiso.
Como dijera José martí: “Toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir”.
El ejercicio de la crítica no tiene que esperar por orientación, este debe ser inmediato y a la vez basado en la verdad y la investigación, no se trata de criticar por criticar, sino llegar al problema y con adultez de oficio contribuir a que no prolifere y a que se gane en conciencia, pues no vale solo criticar sino logramos educar.
Todo un desafío tenemos en la continuidad del legado martiano, en el respeto a nosotros mismos, en la gustosa necesidad de ser mejores en nuestro hacer, de ser capaces de reflejar nuestra realidad sin adornos lastimeros que la falseen, sí con la justeza y decoro que revele cual más auténtica fotografía la sociedad que habitamos.
La palabra, dicha desde nuestros medios, debe ser pura, comprensible y capaz de dejar una huella que conmueva, inspire e inste a mejorarnos como seres humanos.
Como también expresar el maestro:
“Grande es la palabra cuando cabalga en la razón! Penetra entonces más que la más larga espada”